Sistemas de inteligencia artificial han detectado correlaciones entre ciertos nombres masculinos y niveles más bajos de coeficiente intelectual (CI) en grandes volúmenes de datos. Sin embargo, los expertos advierten que estas asociaciones no son causales y reflejan sesgos estructurales presentes en los datos de entrenamiento.
¿Qué dice la IA?
Modelos de inteligencia artificial han procesado millones de registros que incluyen resultados de pruebas cognitivas, nombres y datos demográficos. En ese análisis, algunos nombres aparecen con mayor frecuencia vinculados a CI inferiores al promedio (100 puntos).
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El nombre con mayor asociación a CI bajo:
Jonathan, con una media recurrente inferior a 85 puntos, según distintos análisis, incluyendo estudios académicos y bases de datos de pruebas estandarizadas. -
Otros nombres mencionados:
Kevin, Brandon, Dylan y Tyler también figuran en los resultados con patrones similares.
¿Por qué ocurre esto?
Estas asociaciones no implican que un nombre determine la inteligencia de una persona. Lo que ocurre, en cambio, es una reproducción de patrones socioculturales:
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Algunos nombres están cultural o históricamente vinculados a sectores vulnerables, con menos acceso a educación o recursos.
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La IA, al no tener contexto ni conciencia social, convierte estas correlaciones en patrones “duros”, sin distinguir entre causalidad y coincidencia.
Limitaciones del enfoque
Los sistemas de inteligencia artificial operan según los datos que reciben. Si esos datos contienen sesgos, como estereotipos sociales o desigualdades estructurales, los resultados los replican y amplifican:
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El CI es solo una medida parcial de la capacidad intelectual. No mide creatividad, inteligencia emocional ni adaptación social.
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La inteligencia es multifactorial: incluye factores biológicos, educacionales, ambientales y culturales.
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Los nombres reflejan contexto, no capacidad: pueden indicar clase social, época, o influencia cultural, pero no son predictores válidos de rendimiento cognitivo.
El respaldo académico
Un estudio de la Universidad de Stanford, basado en 70.000 registros de pruebas cognitivas, detectó una relación estadística entre nombres como Jonathan y bajos resultados en test de CI.
Advertencia de los investigadores: se trata de una observación sociológica, no de una verdad científica. El nombre no es causa del resultado.
Conclusión
La inteligencia artificial puede identificar correlaciones, pero no puede explicar significados humanos. Asociar nombres propios con inteligencia sin contexto es un error técnico y ético.
- La IA refleja el mundo que analiza, no lo interpreta. Por eso, este tipo de resultados deben leerse con cautela, conciencia crítica y responsabilidad social.
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