En los últimos años, el término “dopamina” ha sido colocado en el centro de múltiples discursos digitales que promueven la desconexión tecnológica como respuesta al malestar contemporáneo. Las llamadas “dietas dopaminérgicas”, que aseguran restaurar el equilibrio neuroquímico del cerebro evitando el uso de pantallas, han ganado popularidad en plataformas como TikTok y YouTube.
Sin embargo, el medio National Geographic advierte que tales prácticas carecen de sustento científico. En una reciente entrevista, el neurocientífico Diego Redolar Ripoll, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, desacreditó tajantemente estas creencias: “Es imposible que nos emborrachemos de dopamina”.
Qué es realmente la dopamina y cómo funciona
A diferencia de lo que proponen los discursos virales, la dopamina no es un simple “químico del placer”. Según Redolar, este neurotransmisor cumple funciones claves en la motivación, el refuerzo y la predicción de recompensas.
Se produce principalmente en el área tegmental ventral y la sustancia negra, y se libera en regiones como el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, donde estimula la búsqueda de objetivos significativos, no el placer directo.
Los mitos actuales —señala el especialista— nacen de una interpretación errónea de estudios iniciales que asociaron el sistema de recompensa únicamente con el placer, omitiendo su complejidad funcional.
El mito de la “intoxicación” por dopamina
Redolar enfatizó que el uso de redes sociales no produce una embriaguez neuroquímica. “Los neurotransmisores se liberan de forma regulada. Solo en enfermedades como el Parkinson o la esquizofrenia hay desbalances reales”, explicó.
En contextos cotidianos, lo que ocurre es una activación repetida de los circuitos de recompensa, no una sobrecarga dañina del neurotransmisor. Este sistema permite que el cerebro aprenda asociaciones entre estímulos y recompensas, favoreciendo ciertas conductas, pero sin implicar un riesgo químico directo.
Tecnología, dopamina y aprendizaje
Redolar también explicó que las plataformas digitales están diseñadas para activar continuamente el sistema de recompensa, mediante notificaciones o interacciones. Cada una de estas acciones libera dopamina en el núcleo accumbens, reforzando la conducta de revisar el teléfono.
Este fenómeno se conoce como “error en la predicción del refuerzo”, un mecanismo cerebral que ajusta nuestras expectativas según las recompensas obtenidas.
La corteza prefrontal, encargada de la planificación y el autocontrol, también influye en este proceso. El equilibrio entre esta región y el sistema de recompensa determina decisiones cotidianas, como optar entre una dona (placer inmediato) o un yogur (beneficio a largo plazo).
Orígenes y distorsión de la “dieta dopaminérgica”
La llamada “dieta de dopamina” fue presentada en 2019 por el psicólogo Cameron Sepah como una estrategia de regulación del comportamiento ante estímulos excesivos. No obstante, su difusión en redes sociales distorsionó el enfoque original, convirtiéndolo en una supuesta “cura neuroquímica”.
National Geographic recogió la crítica de Redolar, quien subrayó que si bien puede ser útil limitar temporalmente los estímulos digitales, el aislamiento social extremo promovido por algunas versiones de estas dietas es contraproducente. “El ser humano es un animal social. Aislarlo puede tener efectos más negativos”, advirtió.
Gestionar estímulos, no temer a la dopamina
La vida digital contemporánea está marcada por una saturación de estímulos que compiten por nuestra atención: alertas, sonidos, contenidos virales. Este entorno favorece el aprendizaje dopaminérgico, pero no justifica medidas extremas ni alarmistas.
En lugar de eliminar la dopamina, el desafío es aprender a regular la exposición a estos estímulos de forma consciente, reforzando la capacidad de autocontrol y priorizando el bienestar general.
Una voz autorizada contra la desinformación
Redolar Ripoll, autor del libro La mujer ciega que podía ver con la lengua, es una de las principales referencias en el estudio de los mecanismos cerebrales del aprendizaje y la toma de decisiones.
Su postura, recogida por National Geographic, apunta a desmitificar los discursos virales sobre neurociencia y a promover una comprensión científica rigurosa del comportamiento humano en la era digital.
“El verdadero problema no es la dopamina, sino cómo gestionamos nuestros hábitos y entornos”, concluyó.
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