Un reciente estudio advierte que una población de asteroides coorbitales con Venus podría impactar contra nuestro planeta en el futuro, sin margen de respuesta.
La aparente tranquilidad de nuestro sistema solar podría ocultar una amenaza inesperada. Investigadores han identificado una población de asteroides que comparten órbita con Venus —los llamados coorbitales venusinos— y que, debido a sus trayectorias caóticas y difíciles de rastrear, podrían colisionar con la Tierra en los próximos siglos.
El estudio, liderado por el astrónomo Valerio Carruba, de la Universidad Estatal Paulista (Brasil), advierte que al menos tres de estos cuerpos presentan trayectorias potencialmente peligrosas para nuestro planeta.
Venus Harbors Secret Asteroids That Could Threaten Earth, Study Warns https://t.co/Wa4Rk4bud0
— Gizmodo (@Gizmodo) May 28, 2025
Difíciles de detectar, imposibles de predecir a largo plazo
Uno de los mayores desafíos para la detección de estos asteroides es su proximidad angular al Sol, lo que los hace prácticamente invisibles desde telescopios terrestres. Hasta ahora, solo se han identificado 20 coorbitales venusinos, pero los científicos creen que esta cifra es apenas una fracción del total.
Según Carruba, “su estatus coorbital los protege de acercamientos peligrosos con Venus, pero no con la Tierra”. A través de simulaciones que abarcan hasta 36.000 años de evolución orbital, los expertos concluyen que varios de estos objetos podrían tener encuentros cercanos con nuestro planeta, e incluso impactar en el futuro.
Además, presentan un tiempo de Lyapunov estimado en 150 años, un parámetro que marca el límite a partir del cual sus órbitas se vuelven impredecibles, debido a la naturaleza caótica del sistema solar interior.
Criterios para considerarlos peligrosos
El informe clasifica como potencialmente peligrosos a aquellos asteroides que:
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Superen los 140 metros de diámetro.
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Se acerquen a menos de 0,05 unidades astronómicas de la órbita terrestre (unos 7,5 millones de kilómetros).
Aunque estas cifras parecen grandes, en términos astronómicos representan distancias muy cercanas. La baja visibilidad y la dinámica inestable de estos cuerpos hacen que sea fácil pasarlos por alto hasta que ya sea demasiado tarde para actuar.
Esperanzas en la observación espacial
El estudio confía en que el futuro Observatorio Vera Rubin, actualmente en construcción en Chile, podría aportar datos valiosos. Gracias a su avanzada tecnología de captura de imágenes, podría detectar parte de esta población oculta.
Sin embargo, los autores señalan que ni siquiera el Rubin será suficiente. Por eso, proponen el despliegue de una constelación de observatorios espaciales cerca de Venus, capaces de rastrear en tiempo real estos objetos peligrosos.
¿Qué se necesita para prevenir un impacto?
El informe cierra con una advertencia clara: la amenaza es real y la vigilancia es insuficiente. Los investigadores hacen un llamado a la comunidad científica internacional para diseñar una estrategia de detección más robusta, capaz de monitorear esta clase de objetos con mayor precisión y anticipación.
En un universo dinámico y cambiante, la prevención depende de lo que podamos ver… y de cómo lo interpretemos.
/psg