Junio ha comenzado con duros golpes para las Fuerzas Armadas de Rusia. Un masivo ataque con drones ucranianos contra aeródromos rusos, que se extienden desde Siberia hasta Murmansk, habría destruido al menos 41 bombarderos estratégicos, lo que representa cerca de un tercio de la flota de ese tipo de aeronaves, según datos de Kiev. Sin embargo, una cifra aún más impactante se avecina: antes de que finalice el mes, el número total de bajas rusas en la guerra podría superar el millón, según las proyecciones basadas en la media actual de 1.000 bajas diarias.

Las estimaciones, recopiladas por el Estado Mayor de Ucrania y respaldadas por servicios de inteligencia occidentales y medios rusos independientes como Meduza y Mediazona, sitúan el número de soldados rusos muertos en alrededor de 250.000 desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022. La proporción de heridos graves por cada muerto se estima en aproximadamente cuatro a uno, lo que sugiere más de 750.000 heridos, en gran parte debido a la baja calidad de la atención médica en el frente.

Una guerra de desgaste sin señales de agotamiento

Pese a estas pérdidas, el Kremlin continúa manteniendo su ofensiva con una notable capacidad de reposición de tropas. Según Sir Lawrence Freedman, estratega británico, las operaciones rusas se han convertido en ataques de desgaste de baja eficacia, sin señales visibles de agotamiento por parte de Moscú. “Simplemente siguen adelante”, señaló.

A diferencia de otras guerras del siglo XXI, como la Segunda Guerra del Congo o incluso la Segunda Guerra Mundial, donde muchas muertes se debieron a enfermedades o hambruna, las bajas rusas en Ucrania son, en su mayoría, combatientes muertos en acción. Esta circunstancia, inusual en los conflictos modernos, da mayor credibilidad a las cifras recopiladas desde distintas fuentes.

Ucrania: menos soldados, más cuidado

Ucrania no publica cifras detalladas de sus bajas, pero en diciembre de 2024, el presidente Volodímir Zelensky afirmó que unas 43.000 personas habían muerto y unas 370.000 habían resultado heridas. Aunque probablemente subestimadas, estas cifras indican una tasa de mortalidad menor en comparación con Rusia, atribuida en parte a que Ucrania libra una guerra mayormente defensiva, cuenta con mejor tecnología de drones y tiene una proporción de heridos por cada muerto de 8 a 1.

El uso masivo de drones FPV por parte de Ucrania ha hecho que los ataques rusos con infantería sean cada vez más costosos y poco efectivos. Se estima que Rusia ha perdido más de 11.000 tanques y 23.000 vehículos blindados desde el inicio del conflicto.

Reclutamiento masivo y economía de la guerra

Para sostener su ofensiva, Rusia necesita entre 30.000 y 40.000 nuevos reclutas mensuales. Dado el desgaste de sus fuerzas profesionales, el Kremlin ha implementado una nueva estrategia que algunos analistas llaman “movilización de mercado” o incluso “economía de la muerte” (deathonomics). Esta estrategia combina un discurso nacionalista con incentivos económicos significativos para los soldados contratados.

Los pagos por enlistarse pueden superar los 15.000 dólares como bono de firma, con salarios anuales que quintuplican el promedio nacional. En caso de muerte, las familias pueden recibir entre 11 y 19 millones de rublos (hasta 230.000 dólares), lo que ha convertido a la guerra en una vía de movilidad económica para miles de hombres de zonas rurales y empobrecidas.

Aleksandr Golts, del Centro de Estudios de Europa del Este de Estocolmo, advierte que el sistema ha sido diseñado para evitar una movilización masiva, y hasta ahora la sociedad rusa parece aceptarlo. Una encuesta del Centro Levada indicó que el 40 % de los rusos aprobaría que un familiar o amigo se inscribiera en el ejército.

En palabras de Elena Racheva, investigadora en la Universidad de Oxford:

  • El contrato no es solo entre el soldado y el Estado. El dinero alivia el dolor de las familias, y permite a la sociedad evitar la responsabilidad moral”.

Un contrato silencioso entre el Kremlin y su sociedad

Este modelo, que ofrece recompensas económicas a cambio del silencio y la conformidad, plantea una pregunta fundamental: ¿cuánto tiempo podrá sostenerse esta forma de guerra? Las pérdidas humanas de Rusia ya igualan las del Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial, y se acercan a las de Estados Unidos en ese mismo conflicto.

Mientras Ucrania lucha por su supervivencia nacional, el presidente Vladimir Putin parece seguir apostando por una guerra larga, costosa y sangrienta. Por ahora, sin un verdadero costo político interno que lo obligue a detenerse.

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