Durante años, el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) se concentró en el mundo digital: optimizando motores de búsqueda, asistiendo en tareas virtuales o automatizando procesos. Sin embargo, la integración de modelos de lenguaje con sistemas robóticos marca el inicio de una nueva etapa tecnológica: la IA aplicada al mundo físico.

Según MIT Technology Review, Google presentó una versión de su modelo Gemini diseñada específicamente para operar en entornos reales mediante robots. Esta tecnología permite a las máquinas interpretar instrucciones verbales y traducirlas en acciones concretas, gracias a la combinación de modelos de lenguaje con razonamiento espacial. De este modo, los robots pueden ejecutar tareas complejas como identificar objetos y colocarlos en ubicaciones determinadas.

El recorrido de Google en el ámbito robótico ha sido oscilante. Alphabet, su empresa matriz, adquirió varias startups del sector en la última década, pero en 2023 cerró una división dedicada al desarrollo de robots prácticos. A pesar de ello, la compañía volvió a apostar por esta línea al integrar capacidades lingüísticas avanzadas en sistemas robóticos, con el objetivo de mejorar su comprensión e interacción con el entorno.

La convergencia de dos tendencias

La evolución hacia robots que comprenden lenguaje natural no es un caso aislado. MIT Technology Review advierte que esta transformación surge de la convergencia entre dos fuerzas clave: por un lado, el uso intensivo de IA en robótica; por otro, el renovado interés de las grandes tecnológicas en crear máquinas que interactúen con el mundo físico de forma autónoma.

Ejemplos recientes lo confirman. OpenAI, tras cerrar su equipo de robótica en 2021, reactivó su apuesta en 2024 con un proyecto de robots humanoides. Nvidia, por su parte, sostiene que la próxima gran revolución en IA será la «IA física», enfocada en dotar a los robots de mayor razonamiento espacial y autonomía.

A nivel empresarial, varias startups demuestran la viabilidad de esta integración. MIT Technology Review menciona a Figure, cuyo robot humanoide puede ejecutar instrucciones como organizar objetos, y a Covariant —derivada de OpenAI—, que desarrolló un sistema para brazos robóticos utilizado en almacenes. Amazon adquirió esta última poco después de su presentación pública.

¿Robots en fábricas, oficinas y hogares?

Los efectos de esta tecnología ya comienzan a manifestarse en el mundo laboral. Según MIT Technology Review, Figure planea producir hasta 12.000 robots humanoides al año, lo que podría acelerar su adopción en sectores como logística y manufactura. Sin embargo, su implementación enfrenta obstáculos normativos y de seguridad.

Agility Robotics, una de las pocas firmas con robots humanoides en operación comercial en EE.UU., señaló que estos dispositivos aún deben funcionar en espacios separados de los trabajadores debido a la falta de estándares regulatorios. Esta barrera impide su integración total en entornos compartidos.

En el ámbito doméstico, los desafíos son aún mayores. MIT Technology Review explica que los hogares, a diferencia de las fábricas, son entornos impredecibles, con una interacción más intensa entre humanos y máquinas. Por ello, se requieren pruebas extensas antes de permitir su uso seguro y autónomo en contextos residenciales. En el corto plazo, los robots tendrán más presencia en almacenes, hoteles u hospitales, donde su funcionamiento puede ser monitoreado a distancia.

Un camino largo, pero inevitable

Aunque el progreso es tangible, aún persisten barreras. MIT Technology Review enfatiza que la adopción masiva de robots autónomos dependerá de factores clave como el marco legal, la aceptación social y la capacidad técnica de estas máquinas para desenvolverse sin poner en riesgo a las personas.

La industria, por ahora, concentra sus esfuerzos en entornos controlados, lo que sugiere que el despliegue en espacios más complejos —como los hogares— será más gradual de lo que se espera.

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