Ni los nombres más ilustres del fútbol mundial escapan a las tradiciones. Carlo Ancelotti, el técnico más ganador en la historia del Real Madrid, vivió su bautizo como nuevo seleccionador de Brasil, enfrentando con humor la tradicional novatada a la que se someten todos los debutantes del “Scratch”.
Durante la concentración de la Canarinha en São Paulo, el técnico italiano participó del rito: subirse a un taburete frente a todo el equipo y cantar una canción. Lejos de evadir el momento, Ancelotti eligió con intención un tema emblemático de su país: “Los mejores años de nuestra vida”, del cantautor italiano Renato Zero. La letra, que comienza con la frase “quizás algún día nos demos cuenta de que nunca estaremos perdidos y de que toda esa tristeza nunca existió realmente”, fue interpretada como una señal del ánimo y dirección que busca imprimirle al equipo.
Vestido de forma distendida, con gorra al revés y un estilo relajado, el nacido en Reggiolo mostró su lado más cercano, el mismo que ha sabido manejar vestuarios llenos de estrellas a lo largo de su carrera. Con su ya conocida capacidad para construir vínculos de respeto y camaradería, Ancelotti ha comenzado a integrarse a la cultura futbolística brasileña sin dejar de ser fiel a su esencia.
“No tengo miedo a cantar”, dijo con una sonrisa el entrenador antes de subir al improvisado escenario. En tono de broma, también mencionó su admiración por los cantantes Alejandro Sanz y Andrea Bocelli —ambos amigos personales—, asegurando que intentaría interpretar alguna de sus canciones.
La escena fue recordada por Casemiro, ex dirigido suyo en el Real Madrid y actual referente del Manchester United. “Canta muy mal”, afirmó entre risas el volante brasileño, provocando la carcajada de los periodistas presentes. Un gesto que, lejos de restarle autoridad, refuerza la imagen sencilla y carismática del estratega.
Ancelotti no solo asume el reto de mejorar el rendimiento de una selección que atraviesa una campaña irregular en las Eliminatorias Sudamericanas, sino también el de aportar estabilidad a una Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) envuelta en conflictos internos tras la salida de su presidente, Ednaldo Rodrigues.
En medio del caos, el entrenador europeo apuesta por un liderazgo cercano y sereno. Su voz —aunque desafinada— ya se hizo escuchar.
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