La búsqueda de vida más allá de la Tierra ha dado un giro trascendental. Gracias a los datos obtenidos por el telescopio espacial James Webb (JWST), el exoplaneta Próxima b, ubicado en la zona habitable de la estrella Próxima Centauri, muestra señales que podrían indicar condiciones favorables para la vida, incluyendo una atmósfera estable, presencia de vapor de agua y posibles biotrazas.

Descubierto en 2016, Próxima b ha sido objeto de estudio constante por su cercanía y similitud con la Tierra. A diferencia de muchos exoplanetas gigantes y ardientes, este mundo rocoso, ubicado a apenas 4,24 años luz, tiene el tamaño adecuado y orbita en la zona donde el agua líquida podría existir. No obstante, los astrónomos temían que la actividad solar de su estrella madre, una enana roja violenta, hubiese arrasado su atmósfera.

Pero las recientes observaciones del JWST contradicen ese temor. Utilizando espectroscopía infrarroja de alta resolución, los científicos lograron detectar indicios claros de una atmósfera rica en vapor de agua, dióxido de carbono y metano, con un desequilibrio químico que recuerda a lo que ocurre en la Tierra, donde la vida mantiene ciertos compuestos en niveles anómalos.

Una hazaña técnica que abre nuevas posibilidades

Debido a que Próxima b no transita directamente frente a su estrella desde nuestro punto de vista, observar su atmósfera era un reto. El equipo científico recurrió a una técnica avanzada de análisis espectral diferencial, comparando la luz reflejada por el planeta mientras orbitaba su estrella. Tras meses de observación, lograron aislar las firmas químicas de su atmósfera.

Los resultados fueron sorprendentes: además de vapor de agua —clave para la vida tal como la conocemos— se detectaron variaciones en las líneas espectrales del metano. Este tipo de fluctuaciones podrían deberse a procesos biológicos o geológicos complejos, aunque aún no hay certeza definitiva.

Lo inédito es que, en planetas rocosos, la combinación de vapor de agua y biotrazas es extremadamente rara. Los modelos actuales sugieren que Proxima b podría tener un hemisferio templado si está anclado por marea, lo que permitiría la presencia estable de agua líquida en parte de su superficie.

¿Un planeta vivo?

Uno de los aspectos más debatidos es el origen del metano. En la Tierra, este gas se mantiene en la atmósfera gracias a procesos biológicos. Sin esas fuentes, desaparecería en pocos siglos. La presencia sostenida de metano en Próxima b, combinada con una proporción inusual respecto al dióxido de carbono, despierta sospechas de actividad biológica.

Otro factor clave es que el planeta parece haber conservado su atmósfera pese a la intensa radiación estelar. Modelos recientes indican que Proxima b podría tener un núcleo de hierro parcialmente líquido, capaz de generar un campo magnético activo, similar —o incluso más potente— que el de la Tierra. Esto protegería su atmósfera de los vientos solares.

Estos hallazgos colocan a Próxima b como el principal candidato para albergar vida fuera del Sistema Solar, por encima de mundos como TRAPPIST-1e o K2-18b. La posibilidad de que un planeta tan cercano tenga atmósfera, agua y actividad compatible con la vida abre un nuevo capítulo en la exploración astronómica.

Lo que viene

Los científicos ya han solicitado más tiempo de observación con el JWST y con el futuro Extremely Large Telescope (ELT) en Chile. La combinación de observaciones espaciales y terrestres permitirá refinar los datos y confirmar con mayor precisión la composición atmosférica.

Además, futuras misiones como LUVOIR o HabEx podrían analizar biomarcadores más complejos, como oxígeno molecular, ozono o incluso rastros de clorofila. También están en marcha proyectos como Breakthrough Starshot, que planea enviar microsondas hacia Proxima Centauri en las próximas décadas.

Un momento histórico

Como señaló la astrofísica Natalie Batalha:

  • “Estamos ante uno de esos raros momentos donde la ciencia nos da un vistazo a lo que parecía imposible. Esto es apenas el comienzo”.

Aunque los datos deben interpretarse con cautela, la comunidad científica coincide en que Próxima b representa un punto de inflexión en la astrobiología. La idea de que un planeta tan cercano pueda tener condiciones similares a las de la Tierra —y quizás vida— obliga a replantear preguntas fundamentales sobre nuestro lugar en el universo.

El universo acaba de hablarnos. Y Próxima b fue la primera en responder.

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