En su última Cuenta Pública, el Presidente Gabriel Boric dedicó un espacio significativo a defender el desempeño económico de su gobierno, caracterizado por un modesto crecimiento del PIB. Frente a las cifras – 2,4% en 2022, 0,2% en 2023 y 2,6% en 2024 –, el Mandatario argumentó: «Teníamos que crecer lo máximo posible en las condiciones estructurales que heredamos, y así fue: cada año crecimos más de lo que habían pronosticado». Reconoció la insuficiencia («¿Ha sido suficiente? Por supuesto que no»), pero sostuvo que «hemos crecido todo lo que era posible en el contexto enfrentado», anunciando una «inflexión en la economía».
El Gobierno apuntó al Imacec de abril (2,5%) como señal positiva. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, calificó el dato como «una buena noticia», afirmando que refleja una expansión «por encima de las expectativas, por encima de las estimaciones de crecimiento tendencial y por encima del promedio histórico de los años previos a la pandemia». Este resultado, impulsado por la minería (+10,7%) y servicios (+1,2%), contrastó con caídas en comercio (-0,5%) e industria (-0,4%).
Sin embargo, esta defensa choca con un amplio escepticismo analítico. Economistas y gremios critican la ausencia de medidas de reactivación en la Cuenta Pública y perciben una peligrosa «resignación» del Ejecutivo:
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Aspiración de crecimiento insuficiente: Sergio Lehmann (Bci) advirtió que «nos estamos conformando con muy poco», poniendo en riesgo «el sueño de ser desarrollados». Cecilia Cifuentes (ESE Business School) argumentó que, comparado con trayectorias de países hoy desarrollados, Chile debiera aspirar a «un poco más de 3%», concluyendo que «2% es poco». Felipe Morandé fue más directo: «claramente se conforma con una cifra mediocre», apuntando a un promedio de mandato entre 1,7% y 1,8% anual, bajo la tendencia histórica.
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Falta de acción y prioridad: Hermann González (Clapes UC) fue contundente: «no se ha hecho la pega en materia de crecimiento», calificando los resultados como «muy pobres» y señalando que «el crecimiento aún no es una prioridad para el Gobierno». Destacó la caída de la inversión y el «deterioro sin precedentes» en construcción. Felipe Larraín (Clapes UC) minimizó el Imacec de abril («No es para hacer ninguna fiesta»), enfatizando el promedio general bajo («crecimiento muy pobre») y sus consecuencias: «se crean pocos empleos… se recauda poco».
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Falta de reformas e impacto fiscal: Morandé profundizó en el diagnóstico: «no ha habido reformas que promuevan una recuperación de la productividad» ni condiciones para un repunte fuerte de la inversión privada, estancando el crecimiento potencial: «Ese es el gran fracaso». Macarena García (LyD) alertó que el bajo crecimiento («muy reducido», ~2,3% anualizado) limita la creación de empleo, inversión y, crucialmente, «los recursos fiscales adicionales también serán insuficientes» para financiar iniciativas sociales y cerrar el déficit fiscal crónico.
El debate central queda planteado: Las cifras promedio del mandato (1,9%-2%) distan significativamente del 3% que varios analistas consideran el mínimo necesario para las aspiraciones chilenas.
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