Rayos cósmicos de origen desconocido llevan impactando contra la Tierra desde hace más de un siglo, desde que fueron identificados por primera vez en 1912. Estas partículas de altísima energía, que atraviesan nuestro planeta diariamente, han desconcertado a la comunidad científica durante décadas. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Michigan ha logrado avances significativos que podrían acercarnos a resolver este enigma astrofísico.
Los resultados fueron presentados en la 246.ª reunión de la Sociedad Astronómica Estadounidense, y podrían marcar un antes y un después en la búsqueda del origen de estas partículas.
Primeros indicios sólidos sobre su procedencia
Estas partículas, compuestas principalmente por protones y electrones, viajan a velocidades cercanas a la luz. Aunque su origen está más allá del sistema solar, hasta ahora no se había podido identificar de forma concluyente una fuente específica.
El equipo liderado por la astrofísica Shuo Zhang ha enfocado su investigación en los llamados PeVatrons, regiones del cosmos capaces de acelerar partículas hasta niveles energéticos extremos, muy por encima de lo que puede lograrse con tecnología terrestre.
Uno de los estudios más relevantes, publicado en The Astrophysical Journal, detalla cómo, utilizando datos del telescopio espacial XMM-Newton, se logró identificar una nebulosa de viento de púlsar como una fuente plausible. Este fenómeno, una burbuja de partículas cargadas alimentada por un púlsar cercano, ha sido confirmado como un tipo de PeVatron.
Se trata de uno de los pocos casos en que los científicos han logrado establecer con claridad la naturaleza de uno de estos aceleradores cósmicos, lo que representa un avance crucial para clasificar y entender las fuentes de rayos cósmicos.
El papel de los jóvenes investigadores
Paralelamente, un grupo de estudiantes universitarios utilizó el telescopio Swift de la NASA para investigar otros posibles emisores de rayos cósmicos identificados por el observatorio LHAASO, uno de los más avanzados del mundo para el estudio de fenómenos de altísima energía.
Aunque no detectaron señales concluyentes, las mediciones obtenidas y los límites establecidos aportan datos valiosos que serán fundamentales para futuras investigaciones.
/psg