Durante la Audiencia General de este miércoles 18 de junio de 2025, el papa León XIV lanzó un enérgico llamado a la paz, condenando con firmeza los conflictos armados en curso y urgiendo a los líderes del mundo a “detener el sufrimiento” en Ucrania, Israel, Gaza e Irán.

“Desde los lugares donde se eleva un grito de dolor a causa de la guerra, en Ucrania, Israel, Gaza, Irán”, declaró el pontífice, “dado que en las guerras modernas se emplean armas llamadas científicas, se trata de una barbarie superior a cualquier otra. Por lo tanto, en nombre de la dignidad humana, repito a los responsables lo que solía decir el Papa Francisco: ‘La guerra es siempre una derrota’”.

En su intervención, León XIV también citó al papa Pío XII, recordando su famosa frase: “Nada se pierde con la paz, todo se pierde con la guerra”, en un intento por enfatizar la urgencia de abandonar el camino del conflicto.

Preocupación por el uso de armas avanzadas

El Papa mostró especial preocupación por el uso de tecnologías bélicas modernas, afirmando que el sufrimiento de la población civil obliga a repensar el concepto de victoria. En ese contexto, llamó a los líderes políticos y militares a priorizar la diplomacia y evitar decisiones que prolonguen el dolor humano.

Catequesis centrada en el Evangelio de Juan

En su catequesis del día, el pontífice reflexionó sobre el pasaje del paralítico de la piscina de Betesda, tomado del Evangelio de Juan (5,1-9). Desde la Plaza de San Pedro, invitó a los fieles a considerar las situaciones personales en que el ser humano se siente “bloqueado”, resignado o sin fuerzas para avanzar.

“Hoy quisiera invitarlos de manera particular a pensar en las situaciones en las que nos sentimos ‘bloqueados’ y encerrados en un camino sin salida”, dijo el Papa. “A veces de hecho nos parece que sea inútil seguir esperando; nos resignamos y no tenemos más ganas de luchar”.

Al describir el contexto del relato bíblico, León XIV señaló que la escena del paralítico junto a la piscina representaba “una especie de ‘guerra de los pobres’”, contrastando esta situación con el significado del nombre Betesda, que alude a “la casa de la misericordia”. El Papa propuso ver en esa piscina una imagen de la Iglesia, donde los marginados y enfermos “encuentran al Señor que sana y da esperanza”.

Sanación, voluntad y responsabilidad personal

Citando a san Agustín, el Papa subrayó que el paralítico necesitaba no solo un hombre, sino un hombre que también fuera Dios. “Ha venido por lo tanto el hombre que era necesario; ¿por qué postergar de nuevo la sanación?”, expresó.

León XIV insistió en el papel de la voluntad personal en el proceso de sanación, advirtiendo que a veces se prefiere seguir enfermo como pretexto para no tomar decisiones sobre la propia vida.

“Jesús ayuda a este hombre a descubrir que su vida también está en sus manos”, dijo el pontífice, destacando el gesto de recoger la camilla como símbolo de reconciliación con la propia historia. “¡Puede decidir qué cosa hacer con su historia! Se trata de caminar, asumiéndose la responsabilidad de escoger cuál camino recorrer. ¡Y esto gracias a Jesús!”

Llamado final: vivir en el Corazón de Cristo

Al finalizar su catequesis, el Papa instó a los presentes a identificar las áreas de bloqueo en sus vidas y expresar el deseo de sanar. “Recemos por todos aquellos que se sienten paralizados, que no ven una salida. ¡Pidamos regresar a vivir en el Corazón de Cristo que es la verdadera casa de la misericordia!”, concluyó.

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