La condena del Presidente Gabriel Boric al ataque estadounidense contra instalaciones nucleares en Irán generó un inmediato debate nacional, reavivando paralelos históricos con otra emblemática postura chilena frente a Washington: el rechazo de Ricardo Lagos a la invasión de Irak en 2003.
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Condena en Redes: Tras el anuncio de Donald Trump calificando la operación como «exitosa», Boric utilizó su cuenta de X para declarar: «Atacar centrales nucleares está prohibido por el derecho internacional. Chile condena este ataque de EE.UU.». El Mandatario enfatizó el principio rector: «defenderemos el respeto al derecho internacional humanitario en todas las instancias. Tener poder no autoriza a utilizarlo vulnerando las reglas que como humanidad nos hemos dado. Aunque seas Estados Unidos».
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Cuestionamientos de la Oposición: La reacción presidencial fue calificada por sectores opositores como «apresurada» e «imprudente», según reporta Emol.com.
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El Paralelo Histórico: Lagos e Irak (2003): El Canciller Alberto Van Klaveren defendió la postura de Boric, trazando un claro vínculo con el pasado. Señaló que, al igual que otros países como Brasil, Chile mantiene «una posición de principios». Remarcó: «No es primera vez que Chile opta por una posición de esas características, recuerdo sobre todo el caso del año 2003… el ex Presidente Lagos tomó una posición de principios». Van Klaveren explicó que, si bien las situaciones son distintas (Irán 2025 vs. Irak 2003), el principio subyacente es idéntico: «la oposición al uso de la fuerza, y optar por el camino de las negociaciones… y creemos que siempre hay un espacio para la negociación».
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El Contexto del «No» de Lagos: En 2003, Chile, siendo miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, enfrentó una intensa presión. Estados Unidos (bajo George W. Bush) necesitaba su voto para respaldar la invasión a Irak. Lagos, enfocado en la tradición de seriedad de la política exterior chilena, declaró: «Nadie puede querer la guerra, el único propósito es de avanzar en una solución pacífica, la posición de Chile es muy clara y es la de una salida pacifica. Somos un país pequeño pero el mundo nos respeta». Aseguró que «se tienen que conciliar los intereses permanentes del país, aquí no hay presiones», incluso tras una llamada «extensa y cordial» de Bush advirtiéndole que se acababa el tiempo. El contexto incluía un factor económico crucial: el recién firmado TLC con EE.UU., aún pendiente de ratificación. Finalmente, Chile votó «no» en el Consejo de Seguridad, y EE.UU. y el Reino Unido invadieron Irak sin respaldo explícito de la ONU el 20 de marzo de 2003.
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Análisis de Expertos: Principios vs. Rol: Expertos consultados por Emol enfatizan el contexto diferente de ambos conflictos, pero destacan el apego común al derecho internacional y la paz.
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Cristián Valdivieso (Criteria): Plantea una diferencia clave en el rol: Boric «no ha tenido un rol en esto, como sí lo tuvo el ex Presidente Lagos… En este caso, no tenía por qué decir nada el Presidente, y desde mi punto de vista, emitió una opinión más como persona que como Jefe de Estado», considerando que se debían cuidar los intereses permanentes del país. Sin embargo, reconoce que el ataque actual sí viola específicamente los Convenios de Ginebra (artículo 56 del protocolo I adicional), a diferencia de la justificación «falsa» usada para Irak en 2003, que no demostró una amenaza inminente.
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Gabriel Gaspar (Exsubsecretario de Defensa y exembajador): Contextualiza el caso de 2003, recordando que la demanda de EE.UU. en la ONU se basaba en inteligencia sobre armas químicas de Sadam Hussein (que luego no se encontraron) y que Chile se opuso «en estrecha sintonía con México».
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Consenso en los Principios: A pesar de las críticas puntuales, Valdivieso concluye: «tanto el ex Presidente Lagos como el Presidente Boric han tenido razón en la defensa de principios básicos de convivencia entre los Estados».
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Conclusión Analítica: La condena de Boric al ataque estadounidense trasciende el hecho puntual. Reaviva un debate profundo sobre la política exterior chilena, su tradición de apego al derecho internacional y la defensa de la solución pacífica de controversias, incluso frente a potencias. El «no» de Lagos a la guerra de Irak emerge como un precedente fundamental, utilizado por el propio gobierno para justificar su postura actual. Mientras expertos debaten matices sobre el contexto, el rol y la oportunidad, el principio de rechazo al uso unilateral de la fuerza y la defensa del marco legal internacional aparece como el hilo conductor que une ambas reacciones presidenciales separadas por más de dos décadas. La tensión entre principios y pragmatismo, y el peso de la relación con EE.UU., siguen siendo ejes centrales de la diplomacia chilena.
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