A pocos días de la cumbre del BRICS programada para los próximos 6 y 7 de julio en Río de Janeiro, el evento ya enfrenta serios contratiempos. Según la prensa brasileña, el presidente chino Xi Jinping no asistirá, siendo esta la primera vez que se ausenta desde que asumió en 2013. En su lugar, se espera la participación del primer ministro Li Qiang.

A esta ausencia se suma la del presidente ruso Vladimir Putin, quien teme ser detenido por la orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI), que lo acusa de crímenes de guerra por la deportación de niños ucranianos. Según Yuri Ushakov, asesor de política exterior ruso, Brasil no ha adoptado una postura clara frente a esta orden, lo que motivó la decisión de Putin de no viajar.

Tensiones por Irán y el papel internacional de Brasil

La cumbre estará fuertemente marcada por el conflicto entre Irán e Israel, tema que, según Celso Amorim, asesor internacional de Lula, es una crisis de escala comparable con la Guerra Fría. Amorim afirmó que la situación “es tan grave como la crisis de los misiles” y que Brasil no tiene capacidad real de mediación.

En este contexto, Lula podría insistir en su histórica demanda de una reforma al Consejo de Seguridad de la ONU, argumentando que la actual estructura no representa al Sur Global ni los equilibrios del siglo XXI.

Postura brasileña y críticas internas

El diario O Estado de São Paulo y diversos analistas han advertido que Brasil debe mantener la agenda original del BRICS sin alinearse excesivamente con Irán, Rusia o China. El bloque ha emitido una declaración expresando su “profunda preocupación” por los ataques a instalaciones nucleares iraníes, calificándolos como violaciones del derecho internacional.

Mientras tanto, Irán, miembro del BRICS desde 2023, aún no ha confirmado su representación en la cumbre. Sin embargo, su diplomacia ya se ha activado: el embajador Abdollah Nekounam Ghadirli agradeció a Lula su apoyo y criticó duramente a Israel durante una entrevista en la cadena Globo, señalando que “cada acción tendrá una reacción”.

Además, organizaciones vinculadas a Irán preparan una manifestación en São Paulo para el 28 de junio “en defensa de la República Islámica de Irán”, donde figuran logotipos del Partido Brasileño de la Causa Obrera y la agencia Arresala, asociada al clérigo Taleb Hussein Al-Khazraji, acusado por el fiscal argentino Alberto Nisman de tener nexos con el atentado a la AMIA.

Críticas internacionales y respuesta de Lula

En un mensaje reciente, una alta funcionaria del Departamento de Estado de EE.UU. instó a los países latinoamericanos a decidir “de qué lado están” en el contexto del conflicto, sugiriendo que apoyar a Irán implicaría respaldar a un “Estado promotor del terrorismo”.

Lula, por su parte, respondió que “no quiere pelear con nadie”, reafirmando su compromiso con la paz:

  • “Quiero mantenerme al margen. Estoy a favor de la paz, no quiero la guerra”, afirmó durante un evento en Brasilia.

Sin embargo, el sitio Poder360 señala que el Gobierno de Lula ha emitido 64 declaraciones contra Israel desde los ataques de Hamas en octubre de 2023. Esta postura ha generado fuertes críticas internas y externas, especialmente por lo que algunos consideran un doble estándar en la condena de violaciones al derecho internacional.

Preocupación por el impacto económico y político

Las tensiones en Medio Oriente también han afectado el mercado energético, elevando los precios del petróleo ante el riesgo de cierre del estrecho de Ormuz, por donde transita el 20% del crudo mundial. Para mitigar este impacto, el gobierno brasileño ha tomado medidas que, según analistas, buscan también preservar la popularidad de Lula de cara a las elecciones presidenciales de 2026.

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