El prestigio de la Universidad de Harvard entre los funcionarios del Partido Comunista Chino (PCC) ha alcanzado tal relevancia que, para algunos en China, se ha convertido en la principal «escuela del partido» fuera del país. Así lo expresó un comentario publicado en 2014 por el Shanghai Observer: “Si tuviéramos que clasificar las ‘escuelas del partido en el extranjero’, la que merece el primer lugar tiene que ser la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard en Estados Unidos”.

Esta percepción se ha consolidado a lo largo de décadas, durante las cuales miles de burócratas chinos de nivel medio y alto han participado en programas de formación ejecutiva y estudios de posgrado en campus universitarios estadounidenses, siendo Harvard el destino más codiciado.

Sin embargo, esta tradición de intercambio académico podría estar llegando a su fin, tras el anuncio de nuevas restricciones por parte de la administración de Donald Trump dirigidas a estudiantes chinos con vínculos con el Partido Comunista.

El pasado miércoles, el secretario de Estado Marco Rubio informó que las autoridades estadounidenses endurecerán los criterios para las solicitudes de visa provenientes de China y “revocarán agresivamente las visas de estudiantes chinos, incluidos aquellos con conexiones con el Partido Comunista Chino o que estudian en campos críticos”.

Aunque la declaración no precisó cómo se evaluarán los vínculos con el partido ni qué nivel de afiliación podría derivar en la revocación de una visa, la medida representa un giro importante en la política de admisión de estudiantes extranjeros en Estados Unidos.

En China, la afiliación al Partido Comunista es considerada un requisito común para el ascenso profesional tanto en el sector público como en el privado, y se vuelve prácticamente indispensable para quienes aspiran a ocupar cargos de alta responsabilidad.

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