Siendo el liderazgo uno de los factores determinantes en el desarrollo y bienestar de las naciones, no hay dudas que en la actualidad, especialmente en nuestro entorno político, esa condición parece haberse diluido para dar paso al populismo y a lo políticamente correcto, porque “hay que estar bien “con Dios y con el diablo”.
Imposible no relacionar esa ambigua actitud con la de personajes que cambiaron el destino de sus naciones ejerciendo un liderazgo firme, visionario y ético. En este sentido, el historiador y filósofo escocés Tomás Carlyle nos recuerda, en su obra “Tratado de los Héroes” (1841), que la historia no es otra cosa que la biografía de líderes, cuyas decisiones, pasiones y visiones transformaron el curso de la humanidad.
En nuestra vida republicana O´Higgins, Portales y Pinochet, entre otros, fueron líderes verdaderos. Ellos realmente ejercieron un liderazgo político que dio nuevo rumbo a nuestro destino como nación. Establecieron prioridades; movilizaron recursos y personas hacia objetivos destinados a fortalecer nuestra institucionalidad a través de la educación, la salud, la infraestructura, e impulsaron una economía capaz de que generar bienestar y oportunidades para todos.
Ahora, enfrentados a una elección presidencial, la principal potencia de occidente nos da otra lección de cómo debe ejercerse el liderazgo cuando los principios de la democracia y la libertad están en juego. Con todas sus singularidades, el Presidente Trump demostró al mundo que, digan lo que digan, no está dispuesto a ceder ni un centímetro en la defensa de los valores que han hecho de occidente el mundo de la libertad.
Antes, a finales del siglo XX, Churchill, Reagan, la Thatcher, incluso Juan Pablo II, entre otros, fueron también fuentes de inspiración y transformación. Su ejemplo debiera desafiarnos a pensar ¿qué tipo de persona debe guiar los destinos de nuestro país en los próximos años?, sobre todo cuando la mayoría de los candidatos juegan a ser
“políticamente correctos” … no son “ni chicha ni limonada”.
Sobre el particular, reconozcamos que “el golpe en la mesa” que dio el presidente Trump en el conflicto entre Israel e Irán ¡Esto se acaba y ahora! fue una clara muestra de un liderazgo oportuno. En similares circunstancias, la mayoría de nuestros candidatos habría optado por crear una comisión o buscado algún artilugio para evitar tomar la decisión adecuada.
Pensando en las lecciones de la historia, y en lo planteado por Carlyle, es válido preguntarse ¿cuál de los candidatos presidenciales nos garantiza que, una vez elegido, será capaz de tomar las decisiones requeridas para restablecer el derecho, recuperar la Araucanía, derrotar al narcoterrorismo, y generar las condiciones que nos permitan vivir con seguridad, en paz y armonía? Difícil pregunta… aún falta mucho por ver.
Sin embargo, a riesgo de ser “políticamente incorrecta”, esta pluma insinúa a sus vacilantes contertulios que, así como se ven las cosas, a su juicio sólo uno de los candidatos reúne las condiciones y el liderazgo para tomar las decisiones correctas, aun cuando ellas aparezcan políticamente incorrectas… ¡Adivine buen adivinador!
Por Cristián Labbé Galilea
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