El SARS-CoV-2 continúa circulando, evolucionando y dando origen a nuevas variantes que impactan la salud pública global. La más reciente en generar preocupación es NB.1.8.1, detectada inicialmente en China, Hong Kong y Taiwán, donde ha provocado un incremento significativo en las hospitalizaciones, el mayor en al menos un año, según autoridades de Hong Kong.

En respuesta, se han reactivado medidas como el uso de mascarillas en espacios públicos. Taiwán, por su parte, ha comenzado a almacenar vacunas y tratamientos antivirales como estrategia preventiva.

La propagación de NB.1.8.1 no se limita a Asia. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos han identificado esta variante entre viajeros procedentes de Japón, Corea del Sur, Francia, Tailandia, Países Bajos, España, Vietnam, China y Taiwán entre el 22 de abril y el 12 de mayo. Los datos de secuenciación han sido compartidos en GISAID, la base global utilizada por la comunidad científica para rastrear la evolución del virus.

Aunque no hay evidencia de que NB.1.8.1 cause una enfermedad más grave que otras variantes recientes, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como los CDC reconocen que podría ser más transmisible. Esta mayor capacidad de contagio ya está ejerciendo presión sobre los sistemas hospitalarios en Asia.

Uno de los aspectos que más atención ha generado es la aparición de un nuevo síntoma descrito por algunos pacientes como una sensación de «hojas de afeitar en la garganta», un dolor intenso que ha sido reflejado en el aumento de búsquedas en Google relacionadas con síntomas dolorosos del COVID-19. Sin embargo, especialistas como el Dr. William Schaffner, profesor de medicina preventiva en la Universidad de Vanderbilt, aseguran que el dolor de garganta no es un síntoma nuevo ni exclusivo de NB.1.8.1. “Todos estos síntomas ya se han presentado antes”, declaró a The Huff Post.

Desde el inicio de la pandemia en 2020, los síntomas han evolucionado. A los más comunes —fiebre, tos, disnea y fatiga— se sumaron otros menos típicos de una enfermedad respiratoria, como la diarrea, la anosmia y la disgeusia. Con la llegada de la variante Delta, se observaron signos más relacionados con infecciones respiratorias altas, como congestión nasal y dolor de garganta. Posteriormente, con Ómicron, el estudio Zoe COVID identificó una nueva jerarquía de síntomas, con el dolor de garganta en primer lugar, seguido de secreción nasal, nariz tapada, estornudos y tos seca.

En su última actualización, Zoe COVID señala los diez síntomas más comunes en el siguiente orden:

  1. Dolor de garganta

  2. Secreción nasal

  3. Nariz tapada

  4. Estornudos

  5. Tos seca

  6. Dolor de cabeza

  7. Tos con flema

  8. Voz ronca

  9. Dolores musculares

  10. Parosmia y fantosmia

NB.1.8.1 actualmente compite con XFG, otra variante emergente producto de una recombinación de LF.7 y LP.8.1.2, que se ha expandido principalmente en América del Norte y Europa. Mientras que NB.1.8.1 se adhiere con más eficacia a las células humanas, XFG muestra una mayor capacidad de evasión inmunológica. La prevalencia de una u otra dependerá del historial inmunológico de la población y de las coberturas de vacunación.

Respecto a la protección inmunológica, las vacunas aprobadas en EE.UU. están diseñadas para variantes previas como KP.2. Aunque podrían brindar cierta protección contra NB.1.8.1, se estima que una actualización hacia LP.8.1 —variante dominante en EE.UU.— mejoraría la cobertura. Según Darin Edwards, director del programa COVID-19 de Moderna, la vacuna basada en LP.8.1 presenta los títulos más altos frente a esa variante y logra neutralizar de forma cruzada otras en circulación, incluida NB.1.8.1.

Pese a ello, la FDA ha propuesto restringir los refuerzos futuros a mayores de 65 años o personas con enfermedades crónicas, lo que ha generado preocupación entre expertos por el posible aumento del riesgo ante nuevas variantes.

Tanto la FDA como los CDC coinciden en que el virus seguirá evolucionando. “Lo más probable es que lo que predomine en los próximos meses provenga de algo que ya circula”, indicó Jerry Weir, director de productos virales de la FDA. En la misma línea, Natalie Thornburg, jefa interina del laboratorio de coronavirus de los CDC, sostuvo: “Después de cinco años, estamos viendo patrones que ya se alinean con una estacionalidad más predecible”.

Por el momento, la OMS no ha registrado mayor gravedad asociada a NB.1.8.1, aunque advierte que su alta transmisibilidad sigue siendo un factor de preocupación.

En Estados Unidos no se han emitido nuevas directrices federales frente al avance de esta variante. En un escenario de recortes presupuestarios que afectan a organismos clave como los CDC y los Institutos Nacionales de Salud, la capacidad de respuesta parece depender más de la comunidad científica que de decisiones gubernamentales.

El SARS-CoV-2 ya no domina la escena global como al inicio de la pandemia, pero sigue presente, adaptándose y reconfigurando el panorama sanitario internacional.