Las primarias del domingo pasado generaron gran impacto en el ambiente, pues el candidato presidencial del oficialismo será una comunista (de tomo y lomo). Si bien las encuestas lo advertían, se confirmaba otra preocupante realidad, el PC ha venido ganando terreno sistemáticamente: el 2009 eligió 3 diputados, el 2013 serían 6, el 2017 fueron 8 y el 2021 logró 12 diputados y 2 senadores; así, en 12 años multiplicó por 4 sus diputados y logró retornar al senado después de 48 años… ¡Y ahora van por la Presidencia! ¿Qué tal?
Si bien esas cifras no dejan de ser preocupantes, y muchos dirán alarmantes, para esta optimista pluma los resultados de las primarias resultan una gran oportunidad de que el próximo gobierno lo gane la oposición y particularmente el sector que, con claridad y convicción, representa los valores de la Sociedad Libre, desplazando a quienes personifican “el centro centrado, la moderación moderada y a los que por definición son indefinidos”, en
definitiva a los que no son “ni chicha ni limonada”.
Son muchas las razones que fundamentan esta prognosis, para algunos aventurada y desafiante. En primer lugar, hay que tener en cuenta que fueron muy pocos a sufragar, no más del 10%, lo que indica que el 90% de los habilitados para votar no están “ni ahí” con el gobierno y menos con la izquierda en todas sus múltiples versiones. Mas claro aún, ni siquiera votaron todos los que se dicen partidarios del gobierno (30%). Entonces, de continuidad… ¡ni hablar!
Se suma a lo anterior que quien se impuso fue la izquierda más radical y ortodoxa, con lo cual la que se dice moderada y democrática quedó relegada a las mazmorras de la estructura política nacional, dejando en el oscurantismo y la orfandad a representantes de la antigua Concertación, quienes seguramente, como “en política no hay muertos”, buscarán remontar con una candidatura testimonial o allegarse al sector progresista de la
oposición (léase CHV).
Dicho lo anterior cabría esperar que, con este favorable escenario, la oposición se comporte responsablemente ante el desafío de ganar las próximas elecciones y, una vez en el gobierno, adopte las medidas necesarias para sacar al país del estancamiento, la inseguridad, y del desbarajuste institucional, político y social en que nos ha sumido la
izquierda. Pero esto que parece tan obvio no se ve tan fácil, ya “el diablo metió la cola”, aparecieron los personalismos, las histerias y las “cornadas”.
El país espera de nuestros candidatos, grandeza, madurez, generosidad y fundamentalmente realismo. La ciudadanía “lo dijo a gritos” en estas primarias: “no queremos más de lo mismo, queremos soluciones y no promesas, queremos esperanzas y no miedos, gobernabilidad y no caos, seguridad y no violencia, propuestas y no frases cliché, en el fondo… queremos futuro y no pasado”.
Por último, algo muy importante, no debe perderse de vista que la candidata comunista se disfrazará de buenismos, esconderá “la hoz y el martillo”, cambiará el rojo marxista y se vestirá de múltiples colores… pero, como dice el refrán: “a zorro viejo pocas trampas” por lo tanto hay que tener claro que “aunque ´la mona´ se vista de seda… comunista queda”.
/psg