Esta semana, dos acontecimientos nos han dado señales de “hacia dónde soplan los vientos” en materia política. Por una parte, la deslucida “cumbre progresista” que convocó a los presidentes más controvertidos y cuestionados a nivel mundial, oportunidad en que quedó en evidencia que el mandatario chileno “está en otra”, y que lo único que le interesa es hacerse de un lugar en la burocracia internacional que le permita seguir viviendo sin
trabajar.
El otro evento que marcó la pauta fue el “Salmon Summit” realizado en Frutillar, y que reunió a sólo tres de los candidatos a la Presidencia porque, para los organizadores, el resto no calificaba, olvidando que en política “se han visto muertos cargando adobes”.
Dicho lo anterior, y después de ver “la performance” de los panelistas, lo primero que deberíamos establecer es que a la candidata del oficialismo “no le dio el ancho”, forma coloquial de concluir que no cumplió con las expectativas, que no está capacitada para asumir la primera magistratura y, por lo tanto, su sueño de “volar de Conchalí a la Moneda” es un delirio. A todas luces vimos una candidata que se esfuerza por fingir, que sonríe
falsamente a la audiencia para encubrir su verdadera identidad y sus compromisos… una experta en prometer lo que sabe que nunca va a cumplir. ¡Una cosa dice su boca y otra su corazón!
Llamó también la atención la actitud de la candidata de CHV, quien en su obsesión por diferenciarse de los otros candidatos no fue ella misma, olvidó que lo distinto no siempre es auténtico. En política, quien busca diferenciarse sólo por estrategia, sin convicción ni raíces, termina perdiendo su identidad y se vuelve irreconocible incluso para sus propios electores. No es sólo la diferencia lo que da sentido a un candidato, sino la coherencia. En esta oportunidad vimos una candidata aislada, muy afuera del contexto, en una clara demostración que su caída en las encuestas la ha afectado más de la cuenta, confirmando que “la desesperación ha sido siempre mala consejera y peor estratega”.
En cuanto al tercer panelista, quedó claro cuál es su contendora, y fue un verdadero “perro de presa” con ella, no le dejó pasar “ni una”, siempre respondió con calma y asertividad; por lo mismo, fue aplaudido “a rabiar”. Tanto el público como el electorado están conscientes que, en tiempos difíciles, no hay espacio para falsedades, actitudes tibias ni conductas oportunistas; lo que se necesita es un luchador que no esté dispuesto a “soltar el hueso”, alguien que “no afloje”, único camino para generar los cambios que se necesitan.
Finalmente, una breve reflexión sobre la tan “suspirada unidad del sector”. ¡Calma en las pasiones! Esta optimista pluma está convencida que triunfará “la formula K” y, para que eso ocurra, “no hay que gritar más fuerte, sino pensar más claro”. No debemos caer en la desesperación y en los malos augurios… ¡La calma no es debilidad!
Por Cristián Labbé Galilea
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