La NASA ha intensificado la vigilancia sobre un fenómeno geofísico inusual y en evolución: la Anomalía del Atlántico Sur (AAS), una misteriosa región donde el campo magnético terrestre se debilita considerablemente. Esta extensa «abolladura magnética», que se extiende desde América del Sur hasta el suroeste de África, ha comenzado a dividirse en dos lóbulos, aumentando el interés y la preocupación de la comunidad científica.

Una amenaza para satélites y misiones espaciales

Aunque la AAS no representa un peligro directo para la vida en la superficie terrestre, sí supone un riesgo significativo para la tecnología en órbita baja, incluyendo satélites, telescopios espaciales e incluso la Estación Espacial Internacional (EEI).

Este debilitamiento actúa como un “bache espacial”, permitiendo que partículas solares energéticas penetren con mayor facilidad en la atmósfera superior. Esta exposición puede provocar:

  • Fallos electrónicos en satélites

  • Pérdida de datos científicos

  • Daños en componentes tecnológicos sensibles

Por este motivo, las agencias espaciales apagan temporalmente sistemas electrónicos cuando los satélites atraviesan esta región.

¿Qué está causando esta anomalía magnética?

Los científicos creen que el origen de la AAS se encuentra en el núcleo externo de la Tierra, donde el hierro fundido en movimiento genera el campo magnético que protege nuestro planeta. Sin embargo, un factor adicional podría estar alterando este flujo magnético natural.

Debajo del continente africano se encuentra una formación geológica profunda conocida como la Gran Provincia Africana de Baja Velocidad de Corte, una gigantesca masa de roca densa que altera las corrientes eléctricas del núcleo, distorsionando así el campo magnético. A ello se suma la inclinación del eje magnético respecto al eje de rotación terrestre, lo que intensifica aún más el debilitamiento en esta zona del Atlántico Sur.

¿Señal de una inversión magnética? No por ahora

Aunque el debilitamiento del campo magnético ha hecho que algunos especulen sobre una posible inversión magnética inminente —un fenómeno natural que ocurre cada varios cientos de miles de años—, los científicos aseguran que no hay evidencia concluyente de que la AAS sea un precursor directo de ese evento.

Un estudio publicado en 2020 reveló que anomalías similares han ocurrido en el pasado, y forman parte de la evolución dinámica del campo magnético terrestre. Por ahora, la inversión completa del campo no parece inminente.

Un laboratorio natural para la ciencia espacial

A pesar de su peligrosidad para la tecnología, la Anomalía del Atlántico Sur se presenta también como una oportunidad única para estudiar el comportamiento del campo magnético terrestre. Misiones como Swarm, de la Agencia Espacial Europea (ESA), han permitido observar su evolución en tiempo real y aportar valiosa información sobre el interior del planeta.

Además, recientes investigaciones han demostrado que la AAS influye en la formación de auroras, ya que al reducir la energía transferida por las partículas solares a la atmósfera, disminuye la intensidad y frecuencia de estos fenómenos luminosos.

Conclusión: una región bajo vigilancia constante

La Anomalía del Atlántico Sur seguirá siendo objeto de vigilancia continua por parte de la NASA y otras agencias científicas internacionales. Mientras se monitorea su impacto en sistemas espaciales, también representa una puerta de entrada al conocimiento profundo del planeta Tierra, su núcleo y su escudo magnético.

«Comprender este fenómeno es esencial para proteger nuestras tecnologías espaciales y para avanzar en el conocimiento del comportamiento magnético de la Tierra», afirmaron desde el equipo científico de la NASA.

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