El primer mes del invierno 2025 ha sido uno de los más secos registrados en décadas, con apenas 10 milímetros de precipitaciones acumuladas en Santiago hasta antes del nuevo sistema frontal proyectado para este lunes. Así lo confirmó la estación de Quinta Normal de la Dirección Meteorológica de Chile, en lo que se perfila como el inicio de invierno más seco desde 1998, en plena megasequía.
El climatólogo de la Universidad de Santiago, Raúl Cordero, advierte que este escenario confirma una tendencia que se ha vuelto cada vez más clara: los inviernos en la zona central de Chile están siendo marcadamente más secos y más cálidos.
“Este mes ha estado extraordinariamente seco, al igual que el año pasado”, señala Cordero.
Durante el primer mes del invierno 2024 se registraron 72,8 milímetros, casi ocho veces más de lo acumulado este año. En comparación, julio de 2019 fue particularmente lluvioso, con 147,8 milímetros. En cambio, años como 1986 y 1998 no registraron precipitaciones en el mismo periodo.
¿Qué explica esta sequía invernal?
Entre los principales factores que inciden en esta escasez, Cordero destaca la influencia del anticiclón del Pacífico y los valores positivos de la oscilación antártica, que impiden que los sistemas frontales provenientes del sur alcancen la zona central.
“Cuando la oscilación antártica está en valores positivos, las tormentas quedan atrapadas en el extremo sur del país”, explicó el climatólogo.
Durante la primera quincena de julio, esta oscilación alcanzó un valor de +3, el más alto en al menos un año, lo que bloqueó el avance de precipitaciones hacia el norte.
Sin embargo, esa condición ha comenzado a cambiar. Actualmente, la oscilación se encuentra en valores negativos, lo que ha permitido la formación de un nuevo sistema frontal que podría traer lluvias a partir de la madrugada del lunes en la zona central del país.
Déficit hídrico moderado, pero con señales de alerta
A pesar de la sequía de julio, el déficit hídrico actual en Santiago alcanza un 25%, lo que se considera moderado. Cordero indica que, si bien las lluvias han sido escasas, las precipitaciones nivales han estado cerca de los valores normales, lo que ayuda a sostener las reservas de agua.
“No tuvimos superávit de nieve, pero sí niveles cercanos a lo esperado, lo cual reduce el riesgo de racionamiento de agua en la zona central”, aseguró.
Otro elemento preocupante ha sido la presencia de dos olas de calor en pleno mes de julio, un fenómeno inusual que acentúa el estrés hídrico, pero que, hasta ahora, no ha comprometido la seguridad hídrica de las principales ciudades.
Perspectivas: ¿Julios cada vez más secos?
La tendencia es clara. Según Cordero, los próximos años probablemente verán más inviernos secos que lluviosos, como parte del proceso de cambio climático global.
“Eso no significa que no lloverá, pero lo más probable es que los años lluviosos serán la excepción y no la norma”, enfatiza.
Además, el especialista recuerda que los riesgos de racionamiento han sido reales en años recientes, como cuando los déficits superaron el 50% y hasta el 60%. Aunque ese escenario es improbable para este 2025, la preocupación persiste.
“El año pasado y el anterior fueron años buenos en cuanto a precipitaciones. Este año ya no lo será. Y hacia el futuro, lo más probable es que existan más años con déficit que con superávit”, concluyó.
En resumen, Chile enfrenta un nuevo invierno marcado por la escasez de lluvias, que aunque no alcanza niveles críticos, confirma una tendencia preocupante que podría afectar el abastecimiento hídrico a mediano y largo plazo. La esperanza se deposita ahora en un agosto más lluvioso y una primavera que contribuya a cerrar el año sin sobresaltos, pero la advertencia está hecha: el cambio climático ya está moldeando nuestros inviernos.
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