A pocos días del 1 de agosto —fecha límite impuesta por la Casa Blanca para la entrada en vigor de una nueva ola de aranceles—, la política comercial de Estados Unidos atraviesa un momento de alta tensión internacional. Desde su regreso al poder en enero, Donald Trump ha reactivado un enfoque abiertamente proteccionista, con un recargo mínimo del 10% sobre todas las importaciones, que puede escalar hasta un 50% para los países con los que EE.UU. mantiene déficits comerciales o disputas diplomáticas.

La nueva política arancelaria podría afectar a más de 80 países. Sin embargo, solo cinco naciones —Reino Unido, Vietnam, Indonesia, Filipinas y Japón—, junto con la Unión Europea como bloque, han conseguido acuerdos bilaterales que moderan las condiciones iniciales. Entre tanto, sectores clave como la industria automotriz, el acero y el aluminio ya enfrentan recargos de entre 25% y 50%. El cobre podría sumarse próximamente, pues se encuentra en fase de aprobación.

Recargo mínimo universal y negociaciones bilaterales

Desde abril, todos los bienes importados en EE.UU. están sujetos a un arancel base del 10%. Para los principales socios comerciales, este porcentaje podría aumentar considerablemente. Inicialmente, Trump anunció aranceles de hasta el 50% para más de 80 países, pero suspendió su aplicación hasta el 1 de agosto para permitir negociaciones.

Hasta ahora, solo seis acuerdos han sido cerrados, estableciendo tarifas entre el 15% y el 20%, inferiores a las planteadas originalmente. A otros 20 países, incluida Brasil, la Casa Blanca les ha notificado tarifas entre el 25% y el 50%. Brasil, en particular, ha sido incorporado en esta lista como represalia por lo que Trump calificó como una “caza de brujas” contra el expresidente Jair Bolsonaro, actualmente en juicio por un intento de golpe de Estado en 2022.

Canadá y México bajo presión

Los principales objetivos de la nueva política arancelaria son los vecinos de EE.UU., Canadá y México. Trump los acusa de no actuar con suficiente firmeza frente al tráfico de fentanilo, un opioide que ha generado una grave crisis sanitaria en el país. Actualmente, enfrentan un arancel del 25% sobre productos no amparados por el T-MEC, es decir, sobre una fracción minoritaria del comercio bilateral. Sin embargo, el presidente ha amenazado con elevar estas tarifas al 35% para Canadá y al 30% para México si las negociaciones no avanzan conforme a sus expectativas.

Choque comercial con China

La confrontación con China sigue siendo uno de los ejes estratégicos del enfoque de Trump. A los aranceles ya existentes, se sumaron desde abril un 10% adicional por motivos de seguridad nacional, más un 20% bajo la figura de «aranceles recíprocos». La respuesta de Pekín no se hizo esperar: en cuestión de semanas, las dos mayores economías del mundo entraron en una escalada que elevó los gravámenes hasta el 125% para bienes estadounidenses y hasta el 145% para productos chinos.

Tras un acuerdo alcanzado en mayo en Ginebra, los aranceles se redujeron al 10% y 30% respectivamente. Actualmente, ambas partes mantienen una agenda de negociaciones en Europa, con reuniones previstas en Estocolmo este lunes y martes.

Sectores estratégicos bajo protección

Trump ha invocado razones de seguridad nacional para blindar sectores estratégicos. En la industria automotriz, los vehículos importados enfrentan un recargo del 25%, con excepciones para Japón (15%) y Reino Unido (10% en las primeras 100.000 unidades). Los bienes que no cumplen con los requisitos del T-MEC también enfrentan penalizaciones equivalentes.

El acero y el aluminio cuentan con un recargo del 50% para proteger la producción local. Y la Casa Blanca prepara nuevas medidas para otros sectores estratégicos, incluyendo productos farmacéuticos, semiconductores, cobre, paneles solares y minerales críticos.

Desafíos judiciales en curso

La legalidad de esta política arancelaria también está bajo escrutinio judicial. Varias cortes en Estados Unidos han fallado en contra de la autoridad del presidente para imponer unilateralmente recargos a las importaciones. Sin embargo, los procesos legales siguen abiertos y podrían prolongarse más allá de la fecha de aplicación efectiva de los aranceles.

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