En la vida, y especialmente en política, hay situaciones con tan obvio desenlace, que no se necesitan talentos proféticos para anticipar lo que ocurrirá. Basta un mínimo de sentido común, un poco de experiencia o, simplemente, darle una miradita a la historia, rica en casos ejemplares que se creyeron “pan comido” donde, por descuido, torpeza o soberbia, se “les quemó el pan” cuando creían tenerlo cocinado.
Cuántas veces hemos conocido fracasos políticos, en los cuales los mayores obstáculos no vinieron de factores externos, sino de decisiones propias que terminan por jugar en contra, por orgullo, soberbia, o falta de reflexión. En política, como en cualquier otra actividad, no hay magia que salve a quien se empeña en tropezar con la misma piedra siempre… En esos casos, el fracaso no es un problema de ignorancia sino de arrogancia.
Esto que para cualquier persona sensata es obvio, pareciera que en su larga carrera política la candidata de Chile Vamos a la Presidencia nunca ha logrado asimilarlo; y ahora, cuando estaba a punto de alcanzar la cima… “la traicionó su naturaleza”. Después de liderar por meses las encuestas y los pronósticos electorales, olvidó que en política los problemas y los conflictos no provienen del enemigo, ni del azar, ni siquiera de una conspiración; nacen simplemente de la actitud de quien se cree invencible.
A lo largo de la historia, grandes líderes políticos han sido derrotados por su obstinada y tozuda ceguera, no por la fuerza del adversario. En el caso de la candidata en cuestión, la lista de errores no forzados y de golpes autoinfligidos es larga, y tienen un denominador común… la soberbia disfrazada de firmeza.
Abrumada por la baja en sus proyecciones electorales, y desoyendo al grupo más sensato de sus colaboradores, la candidata no encontró nada mejor que cometer el último y el mayor de los exabruptos, arremeter destempladamente contra el candidato Republicano que, dicho sea de paso, pertenece al mismo sector, olvidando que su contendora es la representante del oficialismo, una comunista de larga vida militante y que ahora finge ser una izquierdista
moderada.
Lo que ha ocurrido en estos días es gravísimo, no sólo por querer judicializar la campaña demandando al candidato Republicano, torpe iniciativa que no prosperó gracias a que todavía quedan políticos cuerdos, sino porque tal iniciativa le metió “una cuña mortal” a la unidad del sector.
En suma, es tan grave lo ocurrido, y tan negativo el efecto generado por la situación, que esta profética pluma se atreve a presagiar: la suerte de la candidata está echada, “la historia ya le cerró la puerta”. Como me dijo un contertulio, “Esta señora huele a gladiolos” porque, aunque siga de pie, ya está derrotada (políticamente está R.I.P.); su caída es inminente, basta mirarle la cara y escucharle hablar… y lo peor es que nadie la forzó, sola se disparó en los pies” … ¡Fue su soberbia la que apretó el gatillo!
Escrito por Cristián Labbé Galilea para El Diario de Santiago
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