¿Es posible mantener la mente ágil y la memoria en forma durante la vejez sin recurrir a medicamentos? Un reciente estudio realizado en Estados Unidos y publicado en la prestigiosa revista científica JAMA, con el respaldo de la Asociación de Alzheimer, responde con un rotundo sí.

Cada vez más evidencia muestra que el cuidado del cerebro no depende exclusivamente de terapias médicas o tratamientos costosos. Pequeños cambios en la rutina diaria y hábitos accesibles pueden tener un impacto notable en la salud cognitiva, incluso con el paso de los años.

Así fue el estudio US POINTER

El estudio, denominado US POINTER (U.S. Study to Protect Brain Health Through Lifestyle Intervention), reclutó adultos mayores sin problemas de memoria, pero con factores de riesgo de demencia.

Entre los criterios para ser parte del estudio, los participantes debían:

  • Tener bajo nivel de actividad física (menos de 60 minutos semanales de ejercicio moderado).

  • No seguir la dieta MIND.

  • Además, cumplir al menos dos condiciones adicionales:

    • Tener antecedentes familiares de problemas de memoria, hipertensión, colesterol o glucosa elevados.

    • Pertenecer a grupos étnicos poco representados (nativos americanos, afroamericanos, personas de Medio Oriente o hispanos/latinos).

    • Tener entre 70 y 79 años, o ser hombres.

Los participantes se dividieron en dos grupos:

  • Grupo estructurado: recibió apoyo profesional, trabajó en equipos pequeños y asistió a 38 reuniones en dos años.

  • Grupo autoguiado: accedió a materiales informativos y asesoría ocasional, participando solo en seis encuentros y con controles anuales de salud.

Los cuatro hábitos clave para proteger el cerebro

El estudio identificó cuatro pilares fundamentales para mantener y mejorar la función cerebral:

Ejercicio físico

  • Grupo estructurado: realizó entre 30 y 35 minutos de actividad aeróbica moderada a intensa, cuatro veces por semana, más ejercicios de fuerza y flexibilidad dos veces por semana.

  • Grupo autoguiado: recibió solo recomendaciones generales para mantenerse activo.

Dieta MIND

  • Una combinación de la dieta mediterránea y la dieta DASH, que promueve el consumo de:

    • Verduras de hoja verde

    • Bayas

    • Nueces

    • Cereales integrales

    • Aceite de oliva

    • Pescado

  • También limita el azúcar y las grasas no saludables.

Estimulación mental

  • El grupo estructurado siguió un programa digital de entrenamiento cerebral, tres veces por semana durante media hora, además de actividades intelectuales desafiantes.

  • El grupo autoguiado recibió pautas menos estrictas.

Vida social y control de salud

  • Ambos grupos fueron incentivados a mantener una vida social activa y hacerse controles de salud regulares.

  • El grupo estructurado tenía evaluaciones cada seis meses; el autoguiado, una vez al año.

Resultados: mejora significativa en la función cerebral

Durante los dos años del estudio, ambos grupos mejoraron su función cognitiva, evaluada a través de pruebas que medían:

  • Función ejecutiva (planificación, toma de decisiones, multitarea).

  • Memoria episódica (recuerdo de hechos y experiencias).

  • Velocidad de procesamiento de información.

El grupo estructurado mostró mejoras más rápidas y notables, especialmente en la función ejecutiva, sobre todo entre quienes comenzaron con un rendimiento cognitivo más bajo. También presentaron mayores avances en la velocidad de procesamiento, aunque sin diferencias estadísticamente significativas frente al otro grupo. En memoria episódica, ambos grupos progresaron de manera similar.

Factores como la edad, el sexo, la salud cardiovascular o la presencia del gen APOE ε4 (asociado al Alzheimer) no modificaron el efecto positivo de la intervención.

Lo más destacable: incluso el grupo autoguiado, con menor intensidad de intervención, logró avances importantes, lo que demuestra que los cambios cotidianos sostenidos pueden beneficiar el cerebro.

Límites y desafíos del estudio

Los autores advierten sobre ciertos límites del estudio:

  • Se desarrolló solo en cinco centros de investigación, con una población de riesgo, lo que puede dificultar su extrapolación a la población general.

  • El compromiso de dos años de intervención puede dificultar su aplicación masiva.

  • El estudio no determinó si estas medidas previenen la demencia a largo plazo.

  • Los participantes sabían a qué grupo pertenecían, lo que podría haber influido en su comportamiento y resultados.

  • No está claro cuánto tiempo durarán los beneficios obtenidos.

  • Se desconoce si el programa puede ampliarse a gran escala con igual eficacia.

Conclusión: cuidar el cerebro está al alcance de todos

El estudio US POINTER refuerza un mensaje crucial: proteger la memoria y mantener la agilidad mental no requiere grandes recursos, sino decisiones cotidianas:

  • Moverse regularmente.

  • Comer saludablemente.

  • Desafiar la mente con actividades intelectuales.

  • Cultivar la vida social y hacerse controles médicos.

Incluso las personas con acceso limitado a servicios profesionales pueden beneficiarse con cambios autoguiados en su estilo de vida. El cuidado del cerebro empieza en casa, y cada hábito cuenta.

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