¿Qué pasa con los planetas que orbitan enanas blancas?

En 2020, un equipo liderado por una profesora de astronomía de la Universidad de Wisconsin-Madison descubrió el primer planeta intacto orbitando una enana blanca. Desde entonces, la posibilidad de que existan mundos habitables en estos entornos extremos ha captado la atención de la comunidad científica.

Los astrónomos han determinado que la zona habitable en torno a una enana blanca —la región donde podría existir agua líquida en la superficie de un planeta— es mucho más cercana que en estrellas como el Sol. Se encuentra entre 10 y 100 veces más cerca, lo que representa un gran desafío para la vida tal como la conocemos.

El obstáculo del calentamiento por marea

Esa cercanía plantea problemas únicos, entre ellos el calentamiento por marea. Este fenómeno ocurre cuando las fuerzas gravitacionales deforman el planeta, generando fricción interna y calor. Así ocurre con Ío, una de las lunas de Júpiter, cuyo calor interno produce una intensa actividad volcánica.

En casos extremos, este calor puede evaporar el agua superficial, impidiendo la habitabilidad. Sin embargo, si el calentamiento es más moderado, puede mantener océanos líquidos bajo una capa helada, como ocurre en Europa, otra luna joviana.

¿Y si el planeta sobrevive la fase de gigante roja?

Para tener posibilidades de albergar vida, un planeta tendría que sobrevivir la fase expansiva de su estrella y luego migrar hacia una órbita habitable. Las simulaciones sugieren que esta migración es posible, pero no sin riesgos: el calor generado durante ese proceso podría ser tan intenso como para evaporar toda el agua antes de que el planeta llegue a su destino.

No obstante, si la migración ocurre cuando la enana blanca ya se ha enfriado lo suficiente, es posible que el planeta conserve su agua líquida, ofreciendo un entorno donde la vida podría surgir o persistir.

Detectar mundos ocultos: una misión compleja pero prometedora

Detectar planetas alrededor de enanas blancas no es tarea sencilla. La técnica del tránsito, que observa la disminución de luz estelar cuando un planeta pasa frente a su estrella, es menos eficaz con enanas blancas debido a su pequeño tamaño.

Sin embargo, el telescopio espacial James Webb podría ser clave en esta búsqueda. Si un planeta transitara una enana blanca, su atmósfera podría analizarse en busca de moléculas asociadas a la vida, como oxígeno, metano o dióxido de carbono.

Un nuevo horizonte en la búsqueda de vida

Aún no se ha descubierto un planeta similar a la Tierra orbitando una enana blanca, pero si se logra, ampliaría enormemente las posibilidades de encontrar vida fuera de nuestro sistema solar. Estas estrellas muertas podrían representar refugios de vida en un universo que evoluciona constantemente.

“Si resulta que la vida puede existir en planetas que orbitan enanas blancas, estos restos estelares serían objetivos muy prometedores y abundantes en la búsqueda de vida fuera de la Tierra.”

La ciencia continúa explorando este fascinante escenario: un universo donde la vida puede persistir incluso mucho después de que su estrella madre haya desaparecido.

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