El magistrado brasileño Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal (STF) y a cargo del juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, es una figura controvertida que genera opiniones divididas incluso fuera de Brasil, particularmente en Estados Unidos.
Con una calva pulida y mirada severa, Moraes, de 56 años, proyecta una imagen de firmeza que contrasta con quienes también destacan su sentido del humor. Durante una conferencia en Río de Janeiro, fue categórico: “Un juez que no resiste la presión debería cambiar de profesión”.
Sanciones y acusaciones desde Estados Unidos
La presión más reciente para Moraes proviene del exterior. La administración del entonces presidente estadounidense Donald Trump lo acusa de liderar una “caza de brujas” contra su aliado Bolsonaro. El proceso judicial contra el expresidente, acusado de intentar un golpe de Estado, entró en su fase final este martes.
El 30 de julio de 2025, Washington revocó la visa de Moraes y le impuso sanciones económicas a través de la ley Magnitsky, utilizada para castigar a personas acusadas por violaciones a los derechos humanos. En aquella oportunidad, el secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió: “Una toga no puede protegerte”.
Ante esto, Moraes respondió con firmeza: “Ignoraré las sanciones y continuaré trabajando”.
Trayectoria y visión polarizada
Nacido el 13 de diciembre de 1968 en São Paulo, Moraes es experto en derecho constitucional y llegó al STF en 2017, designado por el expresidente de centroderecha Michel Temer, bajo cuyo gobierno también fue ministro de Justicia.
Durante su gestión como secretario de Seguridad del Estado de São Paulo (2015-2016), fue criticado por la izquierda por supuesta represión a movimientos sociales.
Actualmente, mientras la izquierda brasileña lo considera un defensor infatigable de la democracia, especialmente por su rol activo durante el mandato de Bolsonaro (2019-2022) frente a los ataques a las instituciones, la derecha lo tilda de “canalla” y “dictador”.
Conflictos con Elon Musk y libertad de expresión
Entre sus críticos más famosos está el magnate Elon Musk, quien lo ha comparado con Voldemort, el villano calvo de la saga Harry Potter.
El pulso entre Moraes y Musk se intensificó el año pasado cuando el magistrado ordenó la suspensión por 40 días de la red social X (antes Twitter), por no acatar decisiones judiciales sobre la lucha contra la desinformación.
Moraes ha respondido: “Libertad de expresión no es libertad de agresión”, defendiendo sus decisiones contra quienes lo acusan de censura.
El caso Bolsonaro y el desafío histórico
Actualmente, Moraes lidera el proceso judicial contra Bolsonaro, acusado de liderar en 2022 un complot para impedir la investidura del presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. El exmandatario se enfrenta a una posible condena de hasta 43 años de prisión.
Entre las acusaciones figura un plan que, supuestamente, incluía el asesinato del propio Moraes, lo que ha alimentado críticas que lo acusan de ser juez y parte en el caso.
Recientemente, impuso medidas duras contra Bolsonaro, como el arresto domiciliario preventivo por sospechas de obstrucción en el juicio, lo que generó más controversias y rumores sobre posibles divisiones dentro del STF.
Sin embargo, el decano del tribunal, Gilmar Mendes, negó que Moraes esté aislado y defendió su rol, afirmando que “cualquier ataque contra uno de nosotros es un ataque contra la corte” y destacando su papel “histórico”.
Un futuro aún asegurado en el Supremo
A pesar de las críticas, Moraes sigue firme en su cargo y, casado y padre de tres hijos, puede mantenerse en el STF hasta los 75 años, lo que asegura su permanencia por varios años más en la justicia brasileña.
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