En el marco del desfile conmemorativo por el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial realizado en Beijing, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publicó un duro mensaje en su cuenta de Truth Social, lanzando críticas contra los líderes de China, Rusia y Corea del Norte.
«Les pido que transmitan mis más cálidos saludos a Vladimir Putin y Kim Jong Un, mientras conspiran contra Estados Unidos de América«, escribió Trump, en una publicación que generó inmediata repercusión internacional.
Además, cuestionó directamente al presidente chino Xi Jinping sobre si reconocería el rol que jugó Estados Unidos en la liberación de China durante la Segunda Guerra Mundial: “La gran pregunta es si el presidente Xi de China mencionará el enorme apoyo y la ‘sangre’ que Estados Unidos brindó a China para ayudarla a asegurar su LIBERTAD de un invasor extranjero muy hostil”, afirmó el mandatario republicano.
“Muchos estadounidenses murieron en la búsqueda de la Victoria y la Gloria de China. ¡Espero que sean honrados y recordados con justicia por su valentía y sacrificio!”, añadió.
Trump concluyó su publicación con un gesto conciliador hacia el pueblo chino: «Que el presidente Xi y el maravilloso pueblo chino tengan un gran y duradero día de celebración.»
Desfile en Beijing: unidad entre regímenes bajo sanciones
El mensaje de Trump se produjo mientras Xi Jinping, Vladimir Putin y Kim Jong Un participaban en un imponente desfile militar celebrado en la Plaza de Tiananmen, que conmemoró la rendición de Japón y el fin oficial de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
La ceremonia duró 70 minutos y estuvo marcada por la exhibición de equipamiento militar avanzado, como misiles antibuque, drones submarinos, sistemas antimisiles y lo que algunos analistas creen que fue un arma láser de gran tamaño.
Miles de soldados marcharon ante la presencia de los tres líderes, acompañados por salvas de artillería, banderas patrióticas y un despliegue mediático transmitido en directo por la televisión estatal china. Ningún líder occidental asistió al evento, que fue visto como un mensaje de desafío a las potencias democráticas.
Xi, Putin y Kim: eje de poder alternativo
Durante su discurso, Xi Jinping aprovechó la ocasión para enviar un mensaje de autosuficiencia y confrontación con Occidente: “El rejuvenecimiento de la nación china es imparable y la causa de la paz y el desarrollo de la humanidad prevalecerá”, declaró.
“La humanidad se enfrenta nuevamente a una elección entre la paz y la guerra, el diálogo o la confrontación, y los resultados en los que todos ganan o los juegos de suma cero”, agregó, en lo que fue interpretado como una crítica indirecta a la política exterior de Estados Unidos.
En un gesto cuidadosamente calculado, Xi apareció flanqueado por Putin y Kim, caminando juntos por una alfombra roja hacia el centro de la plaza, lo que envió una señal simbólica de unidad entre tres regímenes acusados de graves violaciones a los derechos humanos y de estar bajo fuertes sanciones internacionales.
Presencias y ausencias clave
El evento también marcó la presencia destacada de Kim Jong Un, quien llegó a Beijing en su característico tren blindado, acompañado de su hija, Kim Ju Ae. Fue recibido por el canciller chino Wang Yi, en un gesto diplomático que refuerza los lazos entre Pyongyang y Beijing.
Junto a ellos, también asistieron al acto el presidente de Irán y el mandatario de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, todos integrantes de un bloque de países que han enfrentado crecientes tensiones con Occidente.
El desfile tuvo lugar tras la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), celebrada en Tianjin, donde Xi Jinping acusó a Estados Unidos de “comportamiento de intimidación” y Putin defendió la invasión de Ucrania, culpando a Occidente por el conflicto armado.
Mensaje geopolítico y control interno
Analistas internacionales coinciden en que el evento fue una puesta en escena cuidadosamente diseñada por el régimen chino para proyectar liderazgo global y desafiar la hegemonía occidental. Para Kim Jong Un, la participación refuerza su imagen interna y busca legitimidad internacional, mientras que para Putin, simboliza que Rusia aún tiene poderosos aliados, a pesar de su aislamiento tras la guerra en Ucrania.
La ciudad de Beijing fue blindada con estrictas medidas de seguridad, incluyendo restricciones de tráfico, militares en las calles y vigilancia intensificada, en un contexto de creciente censura y control interno por parte del régimen comunista.
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