El asesinato de Charlie Kirk, activista conservador de 31 años y figura central de Turning Point USA, ocurrido durante un evento en la Universidad del Valle de Utah, volvió a encender las alarmas sobre la escalada de violencia política que afecta a figuras públicas en Estados Unidos.
El crimen, perpetrado a plena luz del día y ante cientos de estudiantes, provocó una ola inmediata de solidaridad entre líderes políticos de todos los sectores, muchos de los cuales han sido víctimas de ataques, amenazas o intentos de asesinato en la última década.
Una tendencia que no distingue partidos
Uno de los casos más conocidos es el de Nancy Pelosi, ex presidenta de la Cámara de Representantes. En 2022, un hombre irrumpió en su vivienda en California y atacó brutalmente a su esposo con un martillo. El agresor, según las autoridades, estaba influenciado por teorías conspirativas y buscaba a la propia Pelosi.
Tras el asesinato de Kirk, la líder demócrata condenó enérgicamente el hecho: “El horrendo tiroteo de hoy en la Universidad del Valle de Utah es reprobable. La violencia política no tiene absolutamente ningún lugar en nuestra nación”.
Trump también fue víctima
La violencia también alcanzó al expresidente Donald Trump. En 2024, durante un acto de campaña, recibió un disparo en la oreja. Años antes, había sobrevivido a un intento de asesinato mientras jugaba al golf en Florida.
Tras enterarse de la muerte de Kirk, Trump escribió en Truth Social: “Nadie entendía ni tenía el corazón de la juventud en Estados Unidos como Charlie. Gran tipo de los pies a la cabeza. ¡Dios lo bendiga!”
Giffords, Scalise y otros líderes atacados
La exrepresentante demócrata Gabrielle Giffords también sufrió un atentado en 2011, cuando un hombre armado le disparó en la cabeza durante un evento público en Arizona. En ese ataque murieron seis personas. Desde entonces, Giffords se ha convertido en una defensora de la lucha contra la violencia armada.
Tras conocerse el asesinato de Kirk, escribió: “Estoy horrorizada al enterarme del tiroteo de Kirk. Las sociedades democráticas siempre tendrán diferencias políticas, pero nunca debemos aceptar que se resuelvan de manera violenta”.
Otro caso relevante es el del congresista republicano Steve Scalise, quien en 2017 fue baleado durante una práctica de béisbol con otros legisladores en Virginia. El atacante tenía motivaciones políticas y murió durante el enfrentamiento con la policía.
Scalise también reaccionó tras la muerte de Kirk: Por favor, únanse a mí para rezar por Charlie Kirk después de este acto sin sentido”, publicó en la red social X.
Gobernadores bajo amenaza
La violencia política también ha impactado a mandatarios estatales. En Michigan, la gobernadora Gretchen Whitmer fue blanco de un plan de secuestro en 2020 por parte de un grupo extremista. Dos de los responsables fueron condenados a prisión. Tras el asesinato de Kirk, Whitmer hizo un llamado a la unidad: “Debemos rechazar cualquier forma de violencia política”.
En Pensilvania, el gobernador Josh Shapiro y su familia fueron evacuados en 2024 de la residencia oficial tras un ataque incendiario. Shapiro condenó el crimen de Kirk con firmeza: “Debemos hablar con claridad moral. Lo ocurrido con Charlie Kirk es horroroso y este tipo de violencia inconcebible no puede ser tolerada”.
Robert F. Kennedy Jr. y el peso de la historia
El actual secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., también vinculó el asesinato de Kirk con su propia historia familiar. Su padre, Robert F. Kennedy, y su tío, el presidente John F. Kennedy, fueron asesinados durante sus carreras políticas.
En relación al crimen de Kirk, escribió: “Una vez más, una bala ha silenciado a la voz más elocuente de una generación”.
Una amenaza transversal a la democracia
El asesinato de Charlie Kirk no solo reavivó el dolor por tragedias pasadas, sino que volvió a dejar en evidencia una realidad inquietante: la violencia política en Estados Unidos no distingue ideologías, partidos ni jerarquías.
Desde figuras demócratas hasta conservadores, pasando por funcionarios estatales y líderes nacionales, la lista de víctimas se extiende año tras año, dejando un saldo de heridos, fallecidos y una creciente preocupación por la seguridad de quienes ejercen la función pública.
Un llamado urgente: proteger la democracia y a sus representantes
El crimen contra Kirk ha generado un consenso político poco común: la violencia no puede tener lugar en una sociedad democrática. La necesidad de fortalecer los protocolos de seguridad, promover el diálogo político responsable y condenar la radicalización violenta, se ha vuelto más urgente que nunca.
Mientras el FBI y autoridades locales continúan la búsqueda del autor del disparo, la muerte de Charlie Kirk se convierte en símbolo de una herida nacional abierta: la incapacidad, hasta ahora, de frenar el avance de la violencia con motivaciones políticas.
/psg