Al acercarse las elecciones, cuando los candidatos a la presidencia empiezan a mostrar tímidamente sus cartas y la comunidad les va tomando el peso, cobra vigencia lo que alguna vez le escuché a un sabio personaje… “Me preocupa el futuro porque allá voy a vivir el resto de mis días».

Esta frase lo dice todo, ella expresa una de las preocupaciones más antiguas y universales del ser humano: la inquietud por lo que viene. Mirado desde la perspectiva de las próximas elecciones, no es menor lo que se cierne sobre nuestra atribulada realidad, especialmente porque la mayoría de los candidatos, más que mostrar soluciones a los problemas que afectan al país, concentran sus esfuerzos en repetir frases retóricas y en ocultar sus verdaderas ideas tras falsas caretas. Lo importante para ellos es llegar a la Moneda.

Pensando en la incertidumbre de lo que viene, esta pluma recordó al poeta Jorge Luis Borges, quien señaló que «El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer», idea capaz de revelarnos que el futuro no es algo externo, que simplemente ocurre, sino una construcción que empieza hoy con cada decisión que tomamos. Es decir, preocuparse por el futuro no es pasividad, es conciencia. No es aprensión, sino responsabilidad.

En este sentido, llamó profundamente la atención a esta pluma que, consultado cada candidato presidencial por un periódico sobre cuál era su personaje referente, el nombre que más se repitió fuera el de Diego Portales.

La sorpresa fue verdaderamente positiva, porque si hay algo que podría sacar al país del desgobierno y de la decadencia en la que se encuentra, es un gobierno que esté dispuesto a aplicar, a firme, la doctrina Portaliana.

Las principales ideas de Portales pueden resumirse en: la adopción de un sistema de gobierno, cuyo “resorte principal” es la figura “institucional” del Presidente de la República, asesorado por los más virtuosos y capaces, que sean ejemplo para el resto de la sociedad, y que estén orientados siempre al bien común; un gobierno cuya máxima debe ser premiar a los hombres de orden y progreso, y reprimir a quienes intriguen e incumplan las leyes.

El Régimen Republicano de Portales postulaba que, junto al Presidente -el principal resorte de la máquina-, era necesario contar: con un buen funcionamiento de las demás piezas de la máquina (el elemento humano); con leyes vigorosas y fuertes que debían ser respetadas por gobernantes y gobernados; con un Congreso que fiscalice rigurosamente los actos del gobierno, y; que además debía contar con jueces probos y decididos a reprimir a quienes delinquen.

Finalmente, y pensando en el futuro… podemos concluir que hay un renacer de las ideas portalianas, ¡la ciudadanía lo está pidiendo a gritos!: que se restablezca un gobierno fuerte por sobre los intereses partidistas, que respete nuestra alma nacional y nuestra tradición Republicana.

Por último, esta inquieta pluma se pregunta legítimamente: ¿habrá algún candidato con los pantalones bien puestos para realizar un gobierno portaliano?

Por Cristian Labbé Galilea

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