El Informe de Finanzas Públicas (IFP) correspondiente al tercer trimestre, entregado por el Ministerio de Hacienda, confirmó que el próximo gobierno enfrentará un espacio fiscal sumamente acotado, pese a una leve mejora en las proyecciones de mediano plazo. El documento, que acompaña la discusión del Presupuesto 2026, revela un escenario exigente para la política fiscal durante los próximos cuatro años.

Déficit mayor al previsto en 2025

El Ejecutivo reconoció que no alcanzará la meta fiscal proyectada para 2025, debido a una caída de $1.211.848 millones en los ingresos esperados. Esto implica un aumento del déficit fiscal estructural desde 1,8% a 2,2% del PIB, una señal preocupante considerando el objetivo de consolidación fiscal que el Gobierno había anunciado en trimestres anteriores.

Según el Ministerio de Hacienda, esta desviación se debe principalmente a:

  • Menores ingresos por cobre (0,3% del PIB)

  • Falta de avance legislativo en medidas correctivas (otros 0,3%)

Con esto, se espera que la deuda bruta cierre 2025 en 42,4% del PIB, levemente por sobre el 42,2% proyectado anteriormente.

Un horizonte de gasto limitado

Mirando hacia el período 2026-2029, el Gobierno proyecta una ruta fiscal que va desde un déficit estructural de -1,1% del PIB en 2026 hasta alcanzar el equilibrio (0%) en 2029. Sin embargo, para lograrlo se requiere un crecimiento promedio del gasto público de apenas 0,5% anual, un supuesto que varios economistas consideran irrealista.

Las proyecciones de gasto público son:

  • 1,7% en 2026

  • 0% en 2027

  • 0,2% en 2028

  • 0% en 2029

Esto, en un contexto de holguras fiscales limitadas:

  • US$ 638 millones en 2027

  • US$ 1.636 millones en 2028

  • US$ 1.047 millones en 2029

Medidas correctivas y deuda controlada

El IFP sostiene que las metas de Balance Estructural al 2030 permitirán estabilizar la deuda bruta en torno al 43% del PIB, por debajo del umbral definido como prudente por el Decreto de Política Fiscal.

Además, Hacienda asegura que la implementación de acciones correctivas podría generar un espacio fiscal adicional de hasta 0,9% del PIB acumulado, sin alterar la trayectoria de deuda proyectada.

Expertos cuestionan realismo del escenario

Pese a este enfoque técnico, diversos economistas y exautoridades presupuestarias cuestionan la viabilidad del escenario descrito por Hacienda:

Cristina Torres, exdirectora de Presupuestos: “El escenario de mediano plazo presenta una mejora respecto de las proyecciones anteriores, lo que debe revisarse. Aparece un supuesto escenario de holguras justo ahora, pese a un año completo de restricciones”.

También alertó sobre el uso de medidas correctivas no consolidadas:

“Se vuelve a informar un escenario con medidas correctivas, lo que se aleja del criterio prudencial”.

Macarena García, economista de LyD: “Es muy difícil que el gasto crezca solo 0,5%. Hay inercia, presiones políticas y posibles shocks inesperados que hacen muy difícil ese control”.

Además, criticó la estimación de holguras: “Estas no consideran elementos como los reajustes al sector público, por lo que su valor como indicador de capacidad real de gasto es limitado”.

Juan Ortiz, economista del OCEC-UDP: “El esfuerzo fiscal proyectado es inédito en la historia reciente. Requiere una contención del gasto público sin precedentes”.

Gustavo Díaz, economista del Instituto Libertad: “Resulta poco creíble. La ejecución del gasto para 2025 crecerá realmente 3,3%, no 1,7%. Además, hay sucesivos incumplimientos fiscales desde 2023”.

Díaz fue aún más crítico respecto de las proyecciones de holguras: “La supuesta existencia de espacio fiscal es ciencia ficción. El gobierno subestima gastos y sobreestima ingresos de forma sistemática”.

Conclusión: alto desafío para la próxima administración

El panorama que dibuja Hacienda exige una austeridad fiscal sostenida durante los próximos cuatro años. No obstante, los analistas coinciden en que el escenario proyectado por el Gobierno es optimista, frágil y difícil de implementar, sobre todo ante el cambio de administración en 2026, que inevitablemente traerá nuevas prioridades políticas y presiones sobre el gasto.

La disciplina fiscal será clave para evitar nuevas rebajas en la clasificación de riesgo soberano, estabilizar la deuda y mantener la confianza de los mercados internacionales.

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