El precio del cobre ha registrado un alza significativa en las últimas semanas, impulsado por una serie de incidentes en minas de alto tonelaje que han afectado la oferta global del metal rojo. Ayer, el cobre superó los US$4,9 la libra en la Bolsa de Metales de Londres (LME), alcanzando su nivel más alto en 16 meses.
Entre las causas del alza están los accidentes fatales en la mina El Teniente (Chile) y en Grasberg (Indonesia), además de inundaciones en Kakula (Congo). Estos eventos han provocado una reducción significativa de la producción esperada en 2025.
Menor producción, mayor precio
La situación en las principales minas productoras es crítica:
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El Teniente, operada por Codelco, pasó de una estimación de 349 mil toneladas para este año a solo 316 mil, tras el accidente.
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Grasberg, una de las mayores minas del mundo, redujo su proyección de 750 mil a 488 mil toneladas para 2025.
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En Chile, Teck también rebajó en 40 mil toneladas su producción proyectada para Quebrada Blanca, ubicada en la Región de Tarapacá.
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Incluso Escondida, la mayor mina del mundo, enfrenta menores expectativas de producción.
En este contexto, la oferta de cobre a nivel global se ha contraído, mientras que la demanda se mantiene estable, lo que ha derivado en un incremento en el precio del mineral.
¿Qué significa esto para Chile?
Para muchos expertos, este escenario representa un beneficio económico de corto plazo para Chile. El país, como principal productor mundial de cobre, podría ver ingresos fiscales adicionales de entre US$1.200 y US$1.300 millones en lo que queda del año.
“Es una muy buena noticia en términos de corto plazo”, afirma Juan Ignacio Guzmán, CEO de GEM Mining Consulting.
Juan Carlos Guajardo, de Plusmining, coincide: “Los ingresos extra para el Estado podrían alcanzar los US$1.300 millones”.
Desde la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), Reinaldo Salazar, gerente de estudios, advierte: “Chile gana cuando el precio sube, pero el tamaño del beneficio depende de las toneladas: si producimos menos por incidentes, se diluye parte del efecto”.
Manuel Reyes, académico de Ingeniería en Minas de la Universidad Andrés Bello (UNAB), lo califica como “un alivio para las finanzas públicas”, que podría reforzar la inversión social y los fondos soberanos. Aun así, advierte: “El efecto es transitorio si la producción no se recupera y si el gasto se acelera demasiado”.
¿Un boom del cobre o un escenario frágil?
Pese al alza en los precios, los expertos llaman a la prudencia. Reyes es tajante: “No estamos ante un boom. Lo que vemos es una corrección de oferta, no un nuevo superciclo”.
Los precios actuales, si bien altos, se explican por problemas de oferta y baja en los inventarios, no por un aumento estructural de la demanda, como ocurriría en un verdadero boom.
Guzmán, de GEM Mining, advierte incluso sobre riesgos para el mercado: “La inestabilidad y precariedad en la oferta puede llevar a los consumidores a cuestionar su dependencia del cobre”.
Desde Sonami, Salazar resume el escenario: “Preferimos hablar de un ciclo de precios altos con oferta tensionada, más que de ‘boom’”.
Proyecciones optimistas para el precio
Pese al llamado a la cautela, los bancos de inversión internacionales han ajustado al alza sus estimaciones:
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Bank of America (BofA) proyecta un precio promedio de US$5,13 la libra en 2026 y US$6,12 en 2027.
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Citi ajustó su precio objetivo a tres meses a US$4,88, y prevé US$5,4 para 2026.
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JP Morgan ve un precio promedio de US$4,99 para el cuarto trimestre de 2025.
En lo que va del año, el precio del cobre ha subido un 23% y su promedio anual alcanza los US$4,3 la libra.
Conclusión: ciclo de precios altos, pero incierto
Si bien el alza del cobre representa un alivio fiscal importante para Chile, las bases del fenómeno se sostienen en problemas coyunturales de oferta, lo que genera incertidumbre para el mediano y largo plazo.
El desafío para el país será aprovechar los ingresos extraordinarios sin comprometer la estabilidad fiscal, a la vez que enfrenta su propio reto productivo: recuperar los niveles de producción afectados por incidentes, atrasos y baja inversión.
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