El misterioso objeto interestelar 3I/ATLAS ha entrado en una fase crítica de su trayectoria, alcanzando simultáneamente su conjunción solar —posición directamente detrás del Sol desde la perspectiva terrestre— y su perihelio, el punto más cercano a nuestra estrella.
Este evento, que ocurre en torno al 29 de octubre, marca un momento decisivo para los astrónomos, tanto por su valor científico como por el revuelo generado por una de las hipótesis más controvertidas de la astronomía moderna: la propuesta del profesor Avi Loeb, de Harvard University, quien sugiere que el objeto podría no ser natural, sino un artefacto de origen tecnológico alienígena, posiblemente una “nave nodriza”.
Un nuevo visitante interestelar
Descubierto el 1 de julio de 2025, 3I/ATLAS es el tercer visitante interestelar confirmado, después de 1I/‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019).
Los análisis preliminares indican que el objeto presenta una química inusual, una polarización de luz atípica y una anticola anómala —una corriente de polvo que apunta en dirección opuesta a lo esperado—, rasgos que han despertado un gran interés en la comunidad científica.
Aun así, la mayoría de los investigadores considera que el cuerpo es un cometa natural procedente de otro sistema estelar.
El astrofísico Tom Statler, científico principal de cuerpos pequeños del Sistema Solar en la NASA, subrayó: “Parece un cometa. Hace cosas de cometa. La evidencia apunta abrumadoramente a que este objeto es un cuerpo natural”.
La hipótesis de Loeb: un posible artefacto tecnológico
El profesor Avi Loeb, conocido por su defensa de teorías no convencionales sobre objetos interestelares, sostiene que el 3I/ATLAS podría representar un “evento cisne negro”, es decir, una anomalía con implicaciones profundas para la ciencia.
Basándose en la trayectoria atípica del objeto y en su comparación con ‘Oumuamua, Loeb ha llegado a estimar públicamente una probabilidad del 30% al 40% de que el 3I/ATLAS “no tenga un origen totalmente natural”.
En declaraciones recientes, el astrónomo fue aún más provocador: “Si quieres tomarte unas vacaciones, tómate la decisión antes del 29 de octubre, porque quién sabe qué pasará”, ironizó, en referencia a la fecha del perihelio.
Según su controvertida hipótesis, la conjunción solar podría ofrecer al objeto una oportunidad para realizar una “maniobra de Oberth”, una técnica usada en astrodinámica que permite aprovechar la gravedad del Sol para modificar drásticamente la velocidad o trayectoria de una nave.
Loeb incluso sugirió que, si el 3I/ATLAS fuera una nave nodriza, podría liberar minisondas que efectuarían maniobras inversas de Oberth para reducir su velocidad y acercarse a la Tierra.
Los astrónomos, en ese caso, podrían detectar variaciones inesperadas en su trayectoria o emisiones de masa inusuales.
La postura científica mayoritaria
Pese al interés mediático que genera la teoría de Loeb, la comunidad científica internacional, incluida la NASA y el Instituto SETI, considera que no existe ninguna evidencia sólida que respalde un origen tecnológico.
Los expertos señalan que las características observadas —como la anticola, la composición química peculiar y la actividad de desgasificación— son propiedades coherentes con un cometa interestelar.
De hecho, el 3I/ATLAS comenzó a liberar gases volátiles cuando aún se encontraba a 6,4 unidades astronómicas (UA) del Sol (una UA equivale a la distancia media entre la Tierra y el Sol), lo que refuerza la interpretación de un núcleo helado natural que se activa por el calor solar.
Un laboratorio natural del espacio interestelar
Más allá del debate sobre su origen, el paso del 3I/ATLAS representa una oportunidad única para la ciencia.
Durante su acercamiento máximo al Sol, el calentamiento provocará una intensa desgasificación, permitiendo estudiar la composición química de su núcleo y su estructura interna.
Aunque la conjunción solar impide su observación directa desde la Tierra, las sondas en órbita de Marte y Júpiter, así como los instrumentos solares de misiones como SOHO y Solar Orbiter, podrían registrar datos cruciales sobre su comportamiento.
Estos análisis ayudarán a comprender las condiciones físicas y químicas del espacio interestelar y podrían arrojar pistas sobre la formación de sistemas planetarios más allá del nuestro.
Después del perihelio: rumbo al vacío interestelar
Si el 3I/ATLAS es, como todo indica, un cometa natural, continuará su viaje fuera del Sistema Solar tras el perihelio, perdiéndose nuevamente en la oscuridad del espacio interestelar.
Sin embargo, su breve paso por las cercanías del Sol seguirá siendo un recordatorio del misterio cósmico que representan los visitantes interestelares, y de cómo, en la frontera entre la ciencia y la especulación, cada nuevo descubrimiento reabre el debate sobre nuestro lugar en el universo.
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