“Respecto de las personas que tengan antecedentes penales y sean extranjeros a quienes no podamos reconducir, por ejemplo, venezolanos, yo voy a intentar honestamente conversar con el presidente Bukele a ver si nos dejen espacio en su cárcel allá. Pues si los gringos, si los americanos pueden hacer negocios con Bukele y mandarle a sus delincuentes extranjeros, entonces yo no veo ninguna razón por la cual no podamos hacer nosotros lo mismo”, sostuvo Johannes Kaiser durante el debate ARCHI.
Pero, ¿cómo es la cárcel de Bukele en El Salvador?
El Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en El Salvador trasciende su función carcelaria para erigirse como el monumento físico e ideológico de la presidencia de Nayib Bukele. Más que una simple «megacárcel», esta obra faraónica levantada en un entorno rural es la materialización de una doctrina de seguridad que intercambia libertades civiles por una percepción de orden, y cuya eficacia narrativa ha redefinido el contrato social en el país. Su análisis revela las complejas interconexiones entre el poder punitivo, la comunicación política y la proyección internacional de un régimen.
1. La Arquitectura como Disuasión y Espectáculo
El CECOT no fue diseñado solo para contener, sino para comunicar. Cada elemento de su construcción responde a una lógica de máxima seguridad y de espectáculo mediático, destinado tanto a la población interna como a la audiencia global.
Scale y Aislamiento: Con una capacidad para 40,000 reclusos en 116 hectáreas, se autoproclama como la cárcel más grande de América. Su ubicación en «medio de la nada» no es casual; simboliza la erradicación y el exilio de la amenaza pandilleril del tejido urbano.
Tecnología y Control Total: El cerco eléctrico de 2.1 km, las 19 torres de vigilancia, los escáneres corporales y la vigilancia constante desde techos enrejados configuran un panóptico de máxima eficiencia. El mensaje es claro: el escape y la comunicación con el exterior son «imposibles».
Deshumanización Programada: La ausencia de ventanas, ventiladores, colchones y la privacidad en los sanitarios no son meras omisiones; son características estructurales de un sistema diseñado para anular la individualidad y someter por medio de la incomodidad y la exposición permanente. La celda de castigo, con su único haz de luz, es la culminación de este principio.
2. La Doble Narrativa: «Guerra contra el Terrorismo» y la Realidad Penitenciaria
El gobierno de Bukele enmarca el CECOT exclusivamente como la solución definitiva contra los «terroristas» de alto rango de la MS-13 y el Barrio 18. Sin embargo, reportes periodísticos, como los de la BBC y Roberto Valencia, desvelan la realidad detrás del relato oficial:
Coreografía del Poder: Las visitas autorizadas son meticulosamente orquestadas para proyectar una imagen de orden impecable y control absoluto. El reluciente estado de las instalaciones durante estos tours contrasta con las descripciones de condiciones de vida ínfimas.
Vida en Confinamiento: El testimonio de los periodistas pinta un cuadro de existencia reducida a lo elemental: reos que comen con las manos, duermen sobre metal desnudo y solo abandonan sus celdas 30 minutos al día. Esta rutina no busca la rehabilitación, sino la neutralización y el castigo perpetuo.
El Guardián Anónimo y Encapuchado: La presencia de custodios encapuchados fusil en mano refuerza la noción de un poder impersonal y temible, donde la identidad individual se diluye en la maquinaria de seguridad del Estado.
3. El CECOT en el Tablero Geopolítico y Electoral
La relevancia del CECOT se extiende más allá de las fronteras salvadoreñas:
Instrumento de Política Exterior: Su papel en la acogida de deportados desde Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump lo convirtió en una pieza dentro de la política migratoria estadounidense, otorgando a Bukele un grado de respaldo internacional.
Máquina de Legitimación Interna: La «guerra contra las pandillas» y su símbolo penitenciario son los pilares centrales de la popularidad sin precedentes de Bukele. El CECOT opera como una prueba tangible y contundente de su promesa cumplida de seguridad, un activo político de valor incalculable que silencia críticas sobre métodos y derechos humanos.
El Precio del Orden: El modelo representa la encarnación de un debate filosófico y político: la aceptación social de medidas excepcionales y la suspensión de garantías individuales a cambio de una drástica reducción de la violencia y la delincuencia callejera.
Conclusión: Más que una Prisión, un Paradigma
El CECOT es la cristalización del Estado Bukele. Es un complejo que funciona simultáneamente como herramienta de control social, artefacto de propaganda y símbolo de un nuevo orden donde la seguridad se impone como el valor supremo. Su estudio no se agota en su descripción física, sino que requiere una comprensión de su función como eje de un proyecto político que ha logrado redefinir la noción de legitimidad democrática en el siglo XXI, planteando una pregunta incómoda y persistente: ¿hasta qué punto está dispuesta una sociedad a ceder en libertad a cambio de orden?
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