El papa León XIV emprende este jueves su primer viaje al exterior, una gira de seis días por Turquía y Líbano destinada a promover la unidad cristiana y a reafirmar mensajes de paz en medio de un contexto de tensiones crecientes en Oriente Medio. El pontífice, de origen estadounidense y elegido en mayo, afronta así su primer gran examen en la escena internacional, en una región marcada por conflictos armados, divisiones políticas y una profunda inestabilidad social.
Conmemoración del Concilio de Nicea en Turquía
La gira comienza en Turquía, donde León XIV participará en la conmemoración del 1.700º aniversario del Concilio de Nicea, histórico encuentro del año 325 d.C. en el que se formuló el Credo, uno de los pilares doctrinales del cristianismo.
En un país de mayoría musulmana y con apenas un 0,2% de población cristiana, la visita ha generado una reacción discreta. No obstante, León XIV sostendrá reuniones clave, entre ellas un encuentro con el presidente Recep Tayyip Erdogan en Ankara y una visita a la Mezquita Azul en Estambul, como gesto de diálogo entre la Iglesia católica y el Islam.
El punto espiritual central de la visita será la oración conjunta en Iznik, nombre actual de la antigua Nicea, junto al patriarca Bartolomé I, líder de la Iglesia Ortodoxa. Sin embargo, la cita estará marcada por la ausencia del patriarca ruso Kirill, cercano al presidente Vladimir Putin y no invitado debido a las tensiones derivadas de la guerra en Ucrania. El Vaticano procura evitar gestos que puedan interpretarse como un respaldo a Constantinopla frente a Moscú.
Altas expectativas en Líbano en medio de una crisis profunda
A diferencia de Turquía, la llegada del papa genera gran expectación en Líbano, país que, pese a su tradición de convivencia religiosa, atraviesa desde 2019 una crisis social, económica y política sin precedentes.
A las repercusiones del colapso financiero se suman la explosión del puerto de Beirut en 2020, que dejó más de 220 muertos, y la reciente guerra con Israel, que agravó la fragilidad del Estado.
Según Vincent Gelot, director para Líbano y Siria de l’Oeuvre d’Orient, la población está “cansada” y espera del papa “una palabra franca dirigida a la élite libanesa”, además de gestos concretos que visibilicen el sufrimiento cotidiano. Las calles de Beirut ya exhiben carteles con el rostro del pontífice y el lema “Líbano quiere paz”, mientras se aceleran los preparativos logísticos.
El embajador libanés ante la Santa Sede, Fadi Assaf, calificó la visita como “excepcional”, señalando que servirá para subrayar las dificultades que enfrenta el país, inmerso en un urgente proceso de búsqueda de desbloqueo político y económico.
Agenda cargada en Beirut
La agenda del papa en Líbano incluye un encuentro con jóvenes, una misa multitudinaria estimada en 100.000 asistentes y una oración en la zona del puerto destruido. También visitará un hospital psiquiátrico administrado por monjas franciscanas, símbolo del rol que cumplen instituciones privadas —muchas de ellas religiosas— en la provisión de servicios esenciales como salud y educación.
Según Abdo Abou Kassem, coordinador de medios de la Iglesia para la visita, uno de los principales objetivos del pontífice será “reafirmar el papel de Líbano como modelo para Oriente y Occidente”, lo cual se materializará en un encuentro interreligioso en el centro de Beirut.
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