Ninguna medida es una bala de plata. La tecnología más avanzada falla si no hay voluntad política para cortar los vínculos entre barras y dirigentes
Combartir la violencia en las barras requiere un enfoque multidimensional que equilibre la disuasión inmediata con la prevención a largo plazo. Las estrategias exitosas a nivel internacional suelen combinar tecnología, inteligencia, legislación y participación comunitaria.
El modelo inglés post-Heysel y Hillsborough es el más citado. Tras décadas de tragedias, el Reino Unido implementó un paquete radical: eliminación de las graderías generales (que fomentaban el hacinamiento y el anonimato), obligatoriedad de asientos numerados, sistemas extensivos de CCTV, y un cuerpo policial especializado en delitos futbolísticos que trabaja con intensos intercambios de inteligencia antes de cada partido. La prohibición del consumo de alcohol dentro del estadio también fue clave. Estos cambios transformaron la experiencia futbolística y redujeron drásticamente la violencia dentro de los recintos.
Holanda y Alemania han destacado por el enfoque de «fan coaching» o «fan projects». En lugar de tratar a todos los hinchas como potenciales delincuentes, trabajan con trabajadores sociales especializados que actúan como intermediarios entre el club, la policía y las facciones de hinchas. Su objetivo es canalizar la pasión hacia lo positivo (creación de grupos de animación, tifos artísticos, eventos sociales) y desactivar conflictos mediante el diálogo. Reconocen que la mayoría de los jóvenes en las gradas no son violentos y merecen un espacio seguro.
A nivel legislativo, herramientas como las prohibiciones administrativas (impedir que personas condenadas por violencia deportiva asistan a estadios) y las órdenes de alejamiento en días de partido han probado ser efectivas. Argentina dio un paso histórico con la Ley 27.319 (Ley Ángel), que tipifica como delito federal a quienes porten armas en eventos deportivos y agrava las penas por violencia. La clave está en la aplicación consistente y en evitar la corrupción que permite a barras conocidas eludir los controles.
Ninguna medida es una bala de plata. La tecnología más avanzada falla si no hay voluntad política para cortar los vínculos entre barras y dirigentes. El patrullaje más intenso es insostenible sin programas sociales que ofrezcan un camino alternativo a los jóvenes. El éxito reside en una estrategia integral y adaptativa, que aprenda de las mejores prácticas globales y las contextualice a la realidad local.



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