El último debate presidencial entre José Antonio Kast y Jeannette Jara, organizado por la Asociación de Radiodifusores de Chile (ARCHI) a once días del balotaje, se consolidó menos como una instancia decisiva y más como la escenificación ritual de estrategias ya cristalizadas, confirmando la profunda inercia que caracteriza a esta etapa final de la campaña. El encuentro, marcado por un tono de confrontación táctica más que por una discusión programática transformadora, reflejó la paradoja central del momento: un intenso activismo performativo que, según el consenso experto, difícilmente alterará la trayectoria preestablecida del electorado.

La Dialéctica de la Confrontación: Ofensiva Frente a Contención
El desarrollo del debate articuló una clara dialéctica estratégica. Jeannette Jara ejecutó una táctica de acoso sistemático, buscando forzar a Kast a definiciones binarias en temas valóricos y de responsabilidad política histórica. Esta postura, calificada por analistas como una «retórica que recuerda al octubrismo» (Munita), pretendía instalar una narrativa de responsabilización radical. Sin embargo, esta ofensiva chocó contra la estrategia de contención y racionalidad técnica de Kast, quien operó bajo un libreto previsible: evitar la polémica, responder con evasivas calibradas (el recurrente «depende») y recentrar el discurso en una crítica genérica al gobierno, sin enganchar en los terrenos que su contrincante intentaba habilitar. Como señala Eric Latorre, «el objetivo no fue logrado, porque Kast en ningún momento enganchó», lo que dejó la agresividad de Jara como un performance sin su contraparte dialéctica necesaria para generar un hecho político disruptivo.

El Juicio Experto: Diagnóstico de un Empate Táctico sin Consecuencias Estratégicas
El análisis post-debate converge en un diagnóstico de estancamiento, donde cualquier movimiento es marginal y no altera la estructura fundamental de la competencia.

  • Marco Moreno (Universidad Central) sintetiza este efecto: el debate «no alteró el cuadro general, pero sí movió matices». Destaca el mejor desempeño táctico de Jara al instalar dudas sobre la consistencia de Kast y dirigirse con más claridad al votante medio-bajo, segmento clave en disputa. Para Kast, el veredicto es que «evitó errores, pero quedó más defensivo de lo esperable para un favorito». La conclusión es de una leve compresión de la ventaja, no de un cambio de escenario.

  • Roberto Munita (Universidad Andrés Bello) profundiza en la desconexión estratégica con el votante indeciso. Critica la agresividad de Jara como contraproducente para conectar con el elector «apolítico y aspiracional» de Parisi, y percibe en Kast una frialdad técnica que no responde a la demanda de soluciones emocionales y cotidianas. Su pronóstico es contundente: «en términos electorales, no mueve la aguja».

  • Eric Latorre (Universidad Autónoma) refuerza la idea del statu quo, describiendo estrategias «conocidas» y un «desempeño idéntico al libreto» por parte de Kast. Su análisis sugiere que, en un marco donde al favorito le basta con el empate, la falta de un error o un hecho contundente consolida la ventaja existente.

  • Gonzalo Müller (UDD) interpreta la agresividad de Jara como un síntoma de desesperación estratégica («delata su preocupación. Se le acaba el tiempo»), mientras ve a Kast operando desde la comodidad de una ventaja que no necesita arriesgar.

El Debate como Síntoma: La Consolidación del Voto Cautivo y el Fracaso del Diálogo Convocante
El consenso entre los expertos revela una verdad más profunda sobre la naturaleza actual de la contienda. El debate funcionó como una caja de resonancia para los discursos dirigidos a las bases ya convencidas, más que como un puente para seducir a los indecisos o a los votantes de expresiones políticas derrotadas en primera vuelta. La «agresividad» de Jara y la «racionalidad técnica» de Kast son dos caras de una misma moneda: la renuncia a un lenguaje verdaderamente novedoso o convocante que pueda fracturar los bloques ya formados.

La evaluación de que el debate «puede generar algo en términos políticos: Jara está anunciando cómo se comportarán como oposición» (Munita) es perhaps el insight más significativo. El evento trascendió su propósito inmediato para prefigurar el estilo de la contienda política en el próximo periodo, independientemente del ganador. Se trató, en definitiva, de la puesta en escena de dos modelos de liderazgo y confrontación que, al no lograr producir un punto de inflexión, confirman que la elección se decide en campos que exceden por completo estos rituales televisados: en la percepción acumulada de la gestión gubernamental, en los temores y aspiraciones socioeconómicas profundas, y en la rígida división sociopolítica que estructura al país. El debate no fue un parteaguas, sino un espejo que reflejó, con alta fidelidad, la parálisis del momento.

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