Históricamente, la política pública ha privilegiado el control policial sobre la prevención social.
Especialistas en seguridad advierten que esta estrategia tiene efectos limitados y, en ocasiones, contraproducentes.
La criminalización indiscriminada refuerza el sentido de persecución que cohesiona a la barra.
Programas de reinserción y trabajo territorial han mostrado mejores resultados, aunque con escaso apoyo sostenido.
El desafío es pasar del enfoque reactivo al preventivo.



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