El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, definió este miércoles el despliegue naval estadounidense en aguas venezolanas como «solamente un bloqueo», marcando una postura de firmeza frente al gobierno de Nicolás Maduro. «Es solo un bloqueo, no vamos a dejar pasar a nadie que no deba hacerlo», afirmó Trump, precisando que la medida se aplicaría a «todos los petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela».

La justificación económica y legal de la administración Trump

El mandatario fundamentó su decisión en una narrativa de confiscación económica, argumentando que el gobierno venezolano actuó ilegalmente contra los intereses energéticos estadounidenses: «Nos quitaron todos nuestros derechos energéticos, nos quitaron todo nuestro petróleo hace no mucho, y lo queremos de vuelta, pero lo tomaron, lo tomaron ilegalmente». Esta declaración vincula explícitamente la acción naval con los intereses comerciales estadounidenses en la región, elevando la disputa política a un conflicto de carácter económico-legal.

El Congreso rechaza por estrecho margen limitar la acción militar

Las declaraciones de Trump coincidieron con un crucial debate legislativo donde la Cámara de Representantes rechazó, por estrechos márgenes, dos resoluciones destinadas a limitar la capacidad del ejecutivo para escalar acciones militares en la región.

La primera resolución, que buscaba retirar a las Fuerzas Armadas estadounidenses «de las hostilidades con cualquier organización terrorista designada por la presidencia en el hemisferio occidental» sin autorización explícita del Congreso, fue derrotada con 210 votos a favor frente a 216 en contra.

La segunda medida, que habría retirado al ejército «de las hostilidades dentro o contra Venezuela que no hayan sido autorizadas por el Congreso», también fue rechazada por un margen mínimo: 211 votos a favor y 213 en contra. Es significativo que esta última contó con el apoyo disidente de tres republicanos, incluida la representante Marjorie Taylor Greene.

Análisis: Entre la «normalización» retórica y la escalada fáctica

La insistencia de Trump en calificar la medida como «solo un bloqueo» representa un esfuerzo por minimizar la percepción de escalada militar, aunque un bloqueo naval es tradicionalmente considerado un acto de guerra según el derecho internacional. Esta estrategia discursiva busca normalizar una acción de alta tensión geopolítica mientras el presidente se preparaba para dirigirse a la nación, en medio de especulaciones sobre una eventual declaración de guerra formal contra Venezuela.

El rechazo congresional a las resoluciones limitadoras otorga a Trump un significativo margen de maniobra, aunque la estrechez de los votos refleja una profunda división política. La ruptura del frente republicano con los votos favorables de Greene y otros dos congresistas señala una fisura inusual en el partido respecto a la política exterior intervencionista.

Contexto estratégico y proyecciones

Este episodio ocurre en un contexto de máxima presión estadounidense sobre el gobierno de Maduro, que combina sanciones económicas, aislamiento diplomático y ahora una demostración naval de fuerza. La referencia específica a los petroleros sancionados indica que el objetivo inmediato es estrangulamiento económico, complementando las sanciones financieras ya existentes.

La negativa del Congreso a atar las manos del presidente en este escenario sugiere que, a pesar de las reservas expresadas por sectores demócratas y algunos republicanos, prevalece en el legislativo una postura que concede prioridad a la presión máxima sobre Venezuela por encima de los riesgos de una escalada militar no autorizada.

Esta situación coloca a Venezuela en una posición de extrema vulnerabilidad, donde un incidente naval o una interpretación expansiva del «bloqueo» podría desencadenar una confrontación directa, aún sin una declaración de guerra formal. La definición de Trump, aparentemente técnica pero cargada de consecuencias históricas y jurídicas, marca así una nueva y peligrosa fase en la crisis venezolana.

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