Un receso legislativo hasta el 5 de enero de 2026 tomará el Congreso con motivo de las fiestas de fin de año. La pausa no solo implica la suspensión de la actividad parlamentaria habitual, sino que también congelará temporalmente las intensas negociaciones políticas que se desarrollan en la Cámara de Diputados para asegurar un acuerdo administrativo y de “gobernabilidad” de cara al próximo período legislativo.

La disputa por el control de la Cámara

El entendimiento en curso busca repartir espacios clave de poder, como la alternancia en la presidencia de la Cámara y la rotación de las comisiones legislativas, instancias fundamentales para definir el ritmo y las prioridades en la tramitación de los proyectos de ley.

Aunque las fuerzas que respaldaron al presidente electo, José Antonio Kast, lograron elegir a 76 diputados, el futuro oficialismo aún requiere dos votos adicionales para alcanzar la mayoría absoluta de 78 votos de un total de 155, necesaria para controlar completamente la corporación.

En ese contexto, el diputado y presidente de la UDI, Guillermo Ramírez, aseguró que ese objetivo ya estaría asegurado.

Los votos para poder tener la mesa ya los tenemos. No voy a desclasificar con quiénes, pero preferiría un acuerdo más amplio y me encantaría que en ese acuerdo esté el PDG, porque también fueron oposición a Gabriel Boric”, afirmó.

Ramírez añadió que no existe un veto al Partido de la Gente (PDG) ni a la diputada Pamela Jiles, aunque recalcó que el interés principal es que al menos el primer año la presidencia de la Cámara quede en manos de un legislador alineado con el programa de Kast.

PDG, centroizquierda y los “descolgados”

Una de las alternativas evaluadas por la derecha era cerrar un acuerdo con los 14 diputados del PDG, que si bien eligieron a Juan Marcelo Valenzuela como jefe de bancada, mantienen a Pamela Jiles como su principal carta para presidir la Cámara, según ha reiterado el líder del partido, Franco Parisi.

Sin embargo, esa no es la única vía. Otra opción era un acuerdo amplio con la centroizquierda —DC, PPD, PS y liberales— o bien sumar apoyos desde el actual oficialismo, particularmente de diputados como Jaime Mulet (FREVS) y René Alinco (independiente FREVS).

Esta última fórmula es la que ha ganado mayor fuerza en la derecha, que conformó un comité negociador encabezado por el actual presidente de la Cámara, José Miguel Castro (RN), junto a los diputados Benjamín Moreno (republicano), Jorge Alessandri (UDI) y Cristóbal Urruticoechea (libertario).

Efecto dominó en el Congreso

Un eventual acuerdo con Mulet y Alinco podría abrir la puerta a nuevos apoyos, en la medida en que otros legisladores perciban que la derecha ya tiene la mayoría asegurada. En ese escenario, podrían sumarse figuras como el diputado independiente Carlos Bianchi, e incluso explorarse una fórmula que involucre también al senador Karim Bianchi, su hijo.

Un panorama así forzaría a partidos de centroizquierda —como la DC, el PPD, los liberales e incluso el PS— a negociar desde una posición minoritaria, con el objetivo de no quedar completamente excluidos de la distribución de cargos y espacios de poder en la Cámara.

Señales desde Atacama

Por ahora, los acercamientos con Jaime Mulet han sido correspondidos con gestos públicos. El diputado por Atacama, que en el último año se convirtió en un aliado incómodo para el gobierno de Gabriel Boric, sostuvo recientemente en Radio Agricultura:

Hay que ser una oposición constructiva y respetar el pronunciamiento de la ciudadanía, aunque a uno le duela el alma”.

En entrevista con El Mercurio, Mulet evitó confirmar conversaciones formales con la derecha, aunque reconoció su interés en reeditar un acuerdo amplio entre oficialismo y oposición para mejorar el clima de gobernabilidad.

El factor constitucional

Un punto clave en una eventual alianza entre la derecha y Mulet y Alinco sería el compromiso de no poner en tabla una reforma constitucional que establece un umbral mínimo de votación para que los partidos elijan diputados y que sanciona con la cesación del cargo a los parlamentarios que renuncien a su partido o comité.

Esta iniciativa, impulsada por senadores de distintos sectores y conocida informalmente como la “ley anti-Alinco”, busca frenar la fragmentación política, pero también afectaría directamente al FREVS, partido que Mulet intenta preservar de la disolución.

Distancia con el PDG y el rol de Jiles

En paralelo, estos movimientos han llevado a la derecha a mirar con mayor distancia un acuerdo con el PDG. En ese sector reconocen que Pamela Jiles es la única diputada con manejo del trabajo legislativo, lo que la convierte en la principal opción para liderar la Cámara o una comisión relevante.

El mayor temor, sin embargo, no es que Jiles presida la Cámara, sino que asuma el control de la Comisión de Constitución, donde en el pasado jugó un rol clave para impulsar los retiros de fondos previsionales mediante reformas constitucionales, eludiendo las atribuciones exclusivas del Ejecutivo.

Por esa misma vía, podría avanzar en iniciativas como la eliminación del IVA a los medicamentos, una de las propuestas emblemáticas de Parisi.

Aunque desde la izquierda y la centroizquierda se ha intentado instalar públicamente a Jiles como una carta para presidir la Cámara, en el propio oficialismo reconocen que la estrategia no es viable, ya que la diputada también genera resistencias internas y podría provocar nuevos descuelgues en favor de la derecha.

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