En noviembre de 2017 un allanamiento de la Policía de Investigaciones que buscaba desbaratar a la banda “Los Lobos” en el pasaje Los Chinchorros de la población Santa Julia, en Macul, dejó al descubierto una animita-altar que era visitada a diario por una treintena de personas que dejaban -a modo de ofrenda- carteras de alto valor, perfumes y relojes.
Se trataba de un mausoleo narco levantado para recordar a una joven llamada Reychel, quien era hija de uno de los miembros de la banda y que había fallecido en un accidente automovilístico en febrero de ese mismo año. La construcción contaba con un sistema de iluminación y vidriado que incluso había sido utilizada por delincuentes para grabar videos y sesiones de fotos.
No es el único erigido en la Región Metropolitana. En la plaza pública Salvador Allende de la población José María Caro, en Lo Espejo, hay otro en memoria de Dieguito, hijo del jefe de “Los Marchant”, violenta banda criminal de la zona sur de la Región Metropolitana y que a los 20 años murió acribillado en medio de un ajuste de cuentas territorial por el control de la venta de droga en 2020.
En conversación con Radio Universo, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, se refirió a este tipo de espacios de recuerdo relacionados a la narcocultura.
“Creo que hay que demolerlos”, espetó Monsalve sobre estos lugares y agregó: “No es posible mantener símbolos que finalmente son símbolos de violencia”.
“Esta expresión en particular es bien emblemática, porque la política pública no entrega muchas herramientas para llevar adelante el procedimiento”, explicó. Eso sí, e refirió a las “complejidades” que esto llevaría: “En una comuna muchas veces todas las personas se conocer y se conoce quiénes eventualmente son los trabajadores destinados a una labor de esta naturaleza, como puede ser demoler. Hay temas de seguridad que terminan inhibiendo llevar adelante hechos de esta naturaleza”.
Por otro lado, sobre los funerales narco, señaló: “Creo que las medidas y protocolos que se han desarrollado han permitido contener el problema, pero no resolverlo. Ayer y hace unos días atrás volví a decir que estamos trabajando en generar un protocolo y normas en torno a funerales de alto riesgo, porque a mí me parece que la sociedad no puede permitir que un funeral se produce para alterar el orden público o generar hechos de violencia”.
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