Luego de la publicación de un estudio que contradice la hipótesis del científico Avi Loeb en torno a que el objeto interestelar Oumuamua era una nave extraterrestre abandonada, el físico de Harvard y un funcionario del Pentágono, Sean M. Kirkpatrick, abren otra vez la polémica en el borrador de un nuevo estudio: allí sostienen que una enorme nave nodriza alienígena acecha en los confines del Sistema Solar, enviando pequeñas sondas exploratorias hacia la Tierra y otros planetas cercanos.
Un artículo científico en borrador, elaborado por el prestigioso físico de la Universidad de Harvard, Abraham “Avi” Loeb, y el director de la Oficina de Resolución de Anomalías para Todos los Dominios (AARO) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, creada en julio de 2022 para el estudio de los fenómenos aéreos no identificados (UAF), sugiere que una gran nave espacial extraterrestre puede estar oculta en alguna parte de nuestro vecindario galáctico, explorando la región a través del lanzamiento de otras naves más pequeñas.
Sondas como semillas
Los especialistas hablan en el estudio de naves «semillas de diente de león», en referencia a cómo la conocida especie vegetal esparce sus semillas en el ambiente circundante. En este caso, la nave nodriza, localizada en un punto lejano del Sistema Solar, enviaría pequeñas sondas exploratorias o “semillas”, capaces de recopilar información sobre la Tierra y otros planetas ubicados en este sector de la Vía Láctea.
Avi Loeb es conocido por su investigación sobre Oumuamua, un objeto interestelar con forma de cigarro detectado en 2017. Según el científico, su forma alargada, su rápida aceleración alejándose del Sol y la ausencia de otras características indican que no se trataría de un cometa como se había pensado en un principio, sino de una nave extraterrestre en desuso. Sin embargo, una investigación publicada hace unos días en la revista Nature contradice esta teoría, sosteniendo que los extraños movimientos de Oumuamua son el resultado de la liberación de gases de hidrógeno, concluyendo que efectivamente se trataría de un cometa interestelar.
A pesar de esto, Loeb destaca en el nuevo estudio que seis meses antes del acercamiento de Oumuamua a la Tierra, un pequeño meteorito interestelar, que medía alrededor de 1 metro de ancho, se estrelló contra nuestro planeta. Esta roca espacial, llamada IM2, no estaba relacionado con Oumuamua, pero despertó la curiosidad del científico estadounidense.
La coincidencia llevó a Loeb a considerar que “un objeto interestelar artificial podría ser una nave matriz que libera muchas sondas pequeñas durante su paso cercano a la Tierra, una construcción operativa no muy diferente de las misiones de la NASA», indicó a Live Science en un reciente artículo. «Estas “semillas de diente de león” podrían separarse de la nave principal por la fuerza gravitacional de las mareas del Sol o por una capacidad de maniobra desconocida», agregó al mismo medio.
Naves exploradoras de una civilización que ya no existe
En el trabajo en desarrollo, ambos autores sugieren que las sondas “semillas de diente de león” podrían llegar a la Tierra para su exploración sin ser detectadas por los astrónomos, ya que probablemente su pequeño tamaño les impediría reflejar suficiente luz solar como para que los telescopios de exploración puedan identificarlas.
Incluso creen que estas pequeñas sondas podrían reducir su velocidad al ingresar a la atmósfera de la Tierra para evitar quemarse, obteniendo así la libertad de desplazamiento necesaria para explorar diferentes espacios terrestres. Los especialistas sostienen que los extraterrestres buscarían explorar planetas rocosos dotados de una atmósfera en el Sistema Solar.
Creen que Venus, la Tierra y Marte se verían especialmente atractivos para sus objetivos, y que la Tierra concentraría aún mayor interés si los alienígenas pudieron identificar señales de agua líquida. Un punto llamativo del nuevo estudio es que, según Loeb y Kirkpatrick, la civilización extraterrestre que creó las sondas no necesitaría estar presente en la nave nodriza.
Los expertos concluyen que es posible que la civilización alienígena ya no exista. Como la mayoría de las estrellas del Sistema Solar se formaron miles de millones de años antes que el Sol, es probable que una civilización inteligente ubicada en un planeta habitable hubiera comenzado a enviar sondas mucho antes de que se formara la Tierra. De esta manera, la nave madre y las pequeñas sondas serían parte de una tecnología extraterrestre abandonada, que ha quedado como una huella perdida en el cosmos del antiguo esplendor de una civilización ya extinta.
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