En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer 2024, PwC ha publicado el estudio Women in Work Index en el que busca medir el progreso mundial de los 33 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) en cuanto a la meta de paridad de género en el mundo laboral, centrado en la diferencia salarial entre hombres y mujeres, la tasa de actividad femenina, la diferencia entre las tasas de actividad masculina y femenina, la tasa de desempleo femenino y la tasa de empleo femenino a tiempo completo.

En el panorama internacional los resultados del estudio no resultan alentadores. Los esfuerzos y avances logrados hasta el momento no son suficientes, y se estima que a esta velocidad los países de la OCDE necesitarán más de medio siglo para cerrar la brecha salarial, señala el estudio.

En concreto el análisis muestra que en la última década la puntuación media del índice aumentó de 56,3 en 2011 a 68 en 2022. En su última actualización avanzó dos puntos. Según explicó PwC, esto se debió a un aumento en la tasa de participación de la fuerza laboral femenina, que pasó del 70,8% al 72,1%. Además de una caída en la tasa de desempleo femenino del 6,4% al 5,3%.

Pero, empujando en sentido contrario, hubo otras variables que no fueron favorables, como la brecha salarial entre hombres y mujeres que aumentó del 13,2% al 13,5% entre el 2021 y el 2022.

“Esto demuestra que, a pesar de una mayor participación, las mujeres siguen estando en una posición considerablemente más débil en términos de rentabilidad en el mercado laboral. Desde la creación del Índice en 2011, la brecha salarial de género ha sido uno de los indicadores con la mejora más lenta, reduciéndose solo tres puntos porcentuales entre 2011 y 2022 en toda la OCDE”, declararon desde PwC.

Chile en el fondo del ranking

Según la última medición, Chile ha registrado un aumento de 8,3 puntos desde 2011 hasta al fecha, alcanzando 50,4 puntos. Pero este no es su nivel histórico más alto. Dicha cifra la registró en 2017, cuando obtuvo 50,7 puntos.

Desde PwC sostuvieron que sólo en el último año el desempeño del país ha crecido 4,2 puntos, superando el escenario global. Lo anterior es la mejora más importante desde la creación del índice. “Si bien gran parte de esta mejora se explica por una disminución tanto de la brecha en la tasa de participación laboral entre hombres y mujeres como de los niveles de desempleo de estas últimas, nuestro país aún tiene un largo camino por recorrer”, expresaron.

Nuestro país se posicionó en el lugar 31, sólo anteponiéndose a Corea y México. Los tres países registraron bajas tasas de participación femenina en 2022, con un 58%, 62% y 50% respectivamente. Esto contrasta con una tasa media de participación femenina del 72% en el conjunto de la Ocde, según detalla la compañía.

Aunque sea una baja posición, esta es la más alta que ha obtenido Chile hasta la fecha, manteniéndose aquí desde 2019.

El socio de people and organization de PwC Chile, Pablo Gómez, apuntó a que “Chile se encuentra muy lejos de los países que encabezan la lista y que alcanzan porcentajes de participación sobre el 75%. Estos últimos datos se han mantenido hace varias mediciones y revelan que haciendo lo mismo Chile no mejorará sus resultados”.

Tal como menciona Gómez, existen varios países que se posicionaron por sobre el 75% de la inclusión. En la parte superior del ranking se encuentra Portugal, Noruega, Dinamarca, Polonia, Nueva Zelanda, Suecia y Eslovenia, que si bien sobrepasan la barrera anteriormente mencionada, no son los países más avanzados en el indicador. El segundo lugar lo tiene Islandia con un nivel de 80,6 puntos, justo detrás de Luxemburgo que ocupa el primer lugar con 81,2.

Además, destacaron que Australia tuvo el mejor rendimiento con la mejora más importante en el ranking subiendo en el último año del puesto 17 al 10. En tanto, Reino Unido experimentó la mayor caída al bajar cuatro puestos dentro del ranking.

PwC concluye su estudio manifestando que para esta problemática “no hay una solución fácil. Las causas de las disparidades salariales entre hombres y mujeres son múltiples y los distintos grupos de la sociedad se enfrentan a retos diferentes. Creemos que un paso crucial para resolver este problema es, en primer lugar, reconocer su complejidad y, en segundo lugar, desarrollar una base de datos que analice la interacción entre género y retribución, teniendo en cuenta otras características determinantes de la retribución (como las modalidades de trabajo, la ubicación regional, etc.)”, detallaron.

Con esto, se lograría comprender cómo varía la disparidad salarial a lo largo de la vida de una mujer; cómo agrava el género las desigualdades en el lugar de trabajo para otras poblaciones, como las minorías étnicas; y si es menor la disparidad salarial en los sectores con una gran proporción de mujeres.

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