La reunión del presidente estadounidense, Joe Biden, con su homólogo chino, Xi Jinping, en el marco de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que se celebrará en San Francisco el 15 de noviembre, podría contribuir a aliviar las tensiones entre ambos países, ya que cada parte es consciente de lo mucho que depende de la otra.

De acuerdo con Bloomberg, el hecho de que Biden y Xi «dirijan las mayores economías del mundo debería ser motivo suficiente para que superen» sus divergencias, así como para que reconozcan que ambos países «se necesitan mutuamente».

En esta misma línea, el asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., Jake Sullivan, afirmó el domingo que la reunión de los mandatarios debería promover la cooperación en beneficio mutuo. «El presidente Biden cree que para gestionar una relación tan compleja como la existente entre EE.UU. y China, no hay mejor forma de interacción entre líderes que la comunicación cara a cara. Esto es lo que estamos intentando hacer aquí. EE.UU. y China están en competencia. El presidente Biden está tratando de gestionar esta competencia de forma responsable para que no se convierta en un conflicto. Está buscando áreas en las que podamos trabajar juntos en beneficio mutuo», dijo.

La economía como base de las relaciones bilaterales

De acuerdo con el medio, el principal motivo de los intentos de reanudar el diálogo entre China y EE.UU. es la economía, que sigue siendo la base de sus relaciones. «Parte del esfuerzo implica que cada parte reconozca que existe esa relación y lo mucho que depende de la otra. Y los funcionarios estadounidenses reconocen cada vez más que sus lazos económicos con China no desaparecerán», señaló.

Los expertos consideran que Pekín busca aliviar las tensiones con Washington en parte porque el país asiático «atraviesa una crisis económica». «China se enfrenta a una enorme presión, y necesita al menos tranquilizar a los inversores extranjeros y a los países extranjeros de que China sigue dispuesta a abrirse al mundo», sostiene Dongshu Liu, experto en política china de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong.

En medio estima que la estabilización de las relaciones con EE.UU. permitirá a las autoridades chinas «centrarse mejor en los asuntos internos», en referencia al hecho de que las restricciones impuestas en el país durante la pandemia para contener la propagación de la infección afectaron a varias industrias importantes, interrumpiendo las cadenas de suministro y aumentando el número de desempleados.

En este contexto, funcionarios estadounidenses creen que, desde el punto de vista económico, el gigante asiático es el que más se puede beneficiar de la reducción de las tensiones.

Objetivos de Washington

Mientras tanto, la Casa Blanca también está interesada en normalizar las relaciones. Además de la necesidad de que ambas partes cooperen en cuestiones globales como el cambio climático, Washington, implicado en dos conflictos a la vez -el ucraniano y el palestino-israelí-, puede necesitar la ayuda de Pekín para reducir las tensiones. Aunque China se ha negado a condenar al movimiento palestino Hamás, personas cercanas al Gobierno de EE.UU. afirman en privado que «han hecho algunos progresos para conseguir que Pekín transmita mensajes a los dirigentes de Irán, principal apoyo financiero de Hamás».

Por su parte, la Administración de Biden también prefiere centrarse en su agenda interna en lugar de buscar la confrontación con Pekín, especialmente de cara a las elecciones presidenciales de 2024. Según las encuestas, el mandatario demócrata, que tiene intención de ser reelegido, cuenta actualmente con un bajo apoyo entre la población por sus políticas económicas, especialmente por el repunte de la inflación.

Asimismo, según las palabras de Sullivan, Biden quiere restablecer los lazos militares con China. «El presidente está decidido a que se restablezcan los lazos entre militares, ya que cree que redunda en interés de la seguridad nacional de EE.UU. […] Los chinos han cortado básicamente esos lazos de comunicación. Al presidente Biden le gustaría restablecerlos. Es uno de los puntos principales de la agenda», afirmó.

La rivalidad entre ambos países persistirá

Al mismo tiempo, Bloomberg subraya que «es probable que cualquier deshielo que pueda surgir en San Francisco sea frágil», ya que la rivalidad entre EE.UU. y China persistirá debido a demasiados desacuerdos, por ejemplo en la cuestión de Taiwán.

Desde el inicio del conflicto de Ucrania, a Washington le preocupa que Pekín pretenda reunificar militarmente la isla con el continente, al tiempo que las autoridades chinas temen que la parte estadounidense haya «abandonado la disciplinada ambigüedad de su prolongada política de ‘una sola China'» en medio de un creciente apoyo a Taipéi.

En este sentido, analistas chinos destacan que a Xi le gustaría recibir garantías públicas de que EE.UU. mantiene la política de ‘una sola China’. Según Chen Dongxiao, presidente del Instituto de Estudios Internacionales de Shanghái, algunos responsables políticos del país norteamericano «intentan presentar esto como una cuestión de sistemas políticos y valores [diferentes], o de credibilidad del liderazgo estadounidense en la región». «Estas percepciones son muy peligrosas», subrayó.

Bloomberg escribe que, en opinión de algunos funcionarios estadounidenses, la visita del líder chino a EE.UU. y la necesidad del país asiático de atraer inversores estadounidenses «apuntan a una mayor debilidad que puede impedir cualquier acción contra Taiwán». «El riesgo, por supuesto, es que Biden y otros en Washington puedan haber calculado mal al considerar que los problemas de China son existenciales y no transitorios», agrega, señalando que la economía china «muestra signos de mejora, mientras que en EE.UU. aumenta la preocupación por una posible recesión».

/psg