“Los cambios son drásticos, no hay lugar para el gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para medias tintas”. Con esas palabras, Javier Milei inauguraba su etapa como Presidente electo de Argentina luego de vencer a Sergio Massa, el candidato oficialista, durante el domingo pasado. Más de alguno pudo pensar que se debían al fragor de la victoria, pero no. Reflejaban fielmente lo que el lunes y martes luego confirmó en las numerosas entrevistas que realizó en medios radiales y televisivos.
Entre ellas destacó una frase. “Nosotros no tenemos plata. Con lo cual esas obras pueden ser entregadas al sector privado y que las termine el sector privado”, señaló en conversa con Alejandro Fantino en su programa radial transmitido en YouTube. Se refería a la obra pública, la construcción que promueve y lleva adelante la administración del gobierno. ¿Cómo lo solucionará? Aplicando un modelo, según él, a “la chilena”, donde el Estado dará un paso al costado en la construcción pública.
“Empezamos recortando la obra pública y llevándola a cero, y las que están en curso las licitamos”, señaló en una de las entrevistas. Si bien puntualizó que “los contratos se respetan”, también planteó que las entregaría al privado para ser completadas.
En la conversación con Fantino, este le preguntó con qué pagarían los intendentes (alcaldes) las construcciones en los distintos municipios de Argentina. “Que busquen la forma de financiarlo”, respondió el nuevo Presidente. “Vamos a ir a un sistema de iniciativa privada a la chilena”, repitió. “Entonces, buscará la forma el que hace el proyecto”.
“¿Sea donde sea?”, replicó Fantino. Allí, ligeramente ofuscado, pero lejos de los niveles que se le vieron durante campaña, Milei respondió: “No hay plata, Alejando. No hay plata. Si no hacemos el ajuste fiscal nos vamos a la hiperinflación con el 95% de pobres”. Incluso fue más allá. “Ministro que me gasta más, lo echo. El 2024 va a terminar con equilibrio fiscal”.
La propuesta de la adopción de un modelo “a la chilena” fue confirmada por quien probablemente será el ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro. Esta cartera, definida por algunos como un “superministerio”, será creada por la entrante administración en su plan de reducción del organigrama estatal, y agrupará las áreas de transporte, obras públicas, energía, minería y comunicaciones.
La duda, sin embargo, es si el modelo propuesto por el próximo mandatario argentino –que asumirá el próximo 10 de diciembre– se ajusta a la realidad chilena. En opinión de Carlos Cruz, director ejecutivo del Consejo de Políticas de Infraestructura y exministro de Obras Públicas durante el gobierno de Ricardo Lagos, la comparación no es tan simple.
“Me parece un poco aventurado hablar de un modelo ‘chileno’. Hemos hecho un esfuerzo muy importante por aumentar nuestra dotación de infraestructura para darle soporte a nuestro proceso de desarrollo, y para ese esfuerzo se ha invitado al sector privado a ser parte, yo diría con mucho éxito. Sin embargo, hemos sido muy cuidadosos en señalar que la infraestructura de uso público es de interés del Estado y esa responsabilidad no es transferible”, señaló a La Tercera.
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