El debate sobre lo conveniente que resulta para los partidos de centroizquierda e izquierda ir en una sola lista para la elección de los miembros del Consejo Constitucional, a realizarse en el mes de mayo, no puede darse de forma autónoma del debate, en la vereda opuesta, sobre qué tan conveniente resulta para los partidos de derecha formar una sola coalición.
Si la izquierda se une en una sola coalición, la derecha no tendrá más alternativa que ir también en una sola lista. De lo contrario, ese sector sufrirá un descalabro electoral. Igual descalabro sufrirá la izquierda si va separada y enfrente a una derecha unida. Por eso, más que seguir buscando razones para formar una sola lista o excusas para no hacerlo, cada coalición deberá comenzar a mirar lo que hace la coalición de enfrente y tomar la decisión que mejor responda a lo que hacen los rivales. Si la izquierda va en una sola lista, será suicida para la derecha ir en dos listas.
Desde hace varias décadas que la ciencia política ha demostrado que las leyes electorales condicionan el comportamiento de los partidos políticos cuando enfrentan una elección. Si las reglas electorales establecen que habrá distritos uninominales -como en las elecciones de gobernadores o alcaldes- sin que sea necesario alcanzar la mayoría absoluta para ganar un escaño, los partidos tienen incentivos para formar grandes coaliciones y así optimizar sus chances de ganar un escaño. Si los partidos afines se dividen y van en varias listas, la votación del sector se dispersa y otra coalición minoritaria puede salir victoriosa. En cambio, cuando hay distritos uninominales, pero también hay segunda vuelta, los partidos tienen incentivos para ir separados en la primera vuelta. Las circunstancias los obligan a unirse detrás de un candidato en segunda vuelta. Eso le pasó a Republicanos y Chile Vamos en la elección presidencial de 2021.
Para la elección del Consejo Constitucional de mayo de 2023, los incentivos están alineados para que los partidos formen grandes coaliciones. En los 16 distritos que escogerán a los 50 constituyentes, la magnitud promedio de distrito -el número de escaños que se escoge en cada región- es de 3,13.
De las 16 regiones, en cuatro se escogen cinco escaños, en seis se escogen tres y en las otras seis, se escogen como en el binominal.
Esto quiere decir que, en un tercio de las regiones del país, las dos principales coaliciones se repartirán los dos escaños. En otras seis, si uno de los sectores se da el lujo de ir en dos listas, el riesgo es que el sector que vaya en una sola lista se quede con dos de los tres escaños -porque al ir en dos listas, se desperdician remanentes de votos para ganar el tercer escaño.
Es verdad que en las cuatro regiones que escogen cinco escaños (Valparaíso, Santiago, Maule y Araucanía), la magnitud de distrito permitiría que las cuatro principales listas -dos en la derecha y dos en la izquierda- puedan aspirar a tener un escaño. Pero así como Santiago no es Chile, tampoco es sensato hacer los cálculos electorales pensando que la misma dinámica que aplica para Santiago aplica también para el resto del país.
En sistemas proporcionales con magnitud de distrito baja -como era el binominal (que escogía dos escaños en cada distrito) y como es el sistema actual para el Senado en 12 de las 16 regiones (que escogen dos o tres escaños), los incentivos para los partidos están super claros: mientras más partidos puedan sumarse a una coalición, más chances tiene esa coalición de alcanzar una mayoría de los 50 escaños que se escogen.
Es verdad que hay múltiples razones en la izquierda y en la derecha para no querer en una sola lista. Evópoli no es igual que Republicanos, y, en la otra vereda, el PC y la DC son como la sal y el agua. Pero nadie espera que las coaliciones se formen entre partidos idénticos.
Si pensaran lo mismo, no tendría sentido que el PC y la DC fueran partidos distintos. Las coaliciones multipartidistas las forman partidos que piensan diferente y que discrepan en muchas cosas. Pero las coaliciones se forman porque persiguen un bien mayor. En la derecha, las diferencias entre Evópoli, RN, UDI y Republicanos son evidentes. Pero todos esos partidos ven en el Gobierno de Boric, y en la lógica octubrista que dominó el primer proceso constituyente, un adversario poderoso contra el que luchar. Es solo una muestra de seriedad y responsabilidad poner de lado las diferencias para unirse por un objetivo común.
Es cierto que la derecha tal vez no necesite ir en una sola lista si la izquierda se divide y va en dos listas (aunque ir en una lista siempre permite obtener más votos para la derecha que ir en dos listas, independientemente de lo que haga la izquierda). Pero si la izquierda logra superar sus diferencias e ir en una sola lista, sería suicida que los partidos de derecha no hagan lo mismo y, poniendo de lado sus diferencias, se unan en una sola lista por una causa común.
En las dos semanas que faltan para que se inscriban los candidatos, los partidos demostrarán qué tan bien entienden los incentivos del sistema electoral y qué tan capaces son de actuar de forma responsable y, poniendo de lado sus legítimas diferencias, aprendan a defender los intereses del sector que representan.
Por Patricio Navia, Doctor en Ciencia Política y profesor de la UDP, para El Líbero
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