Quienes se dedican al estudio y la investigación de los misterios del espacio saben que la Tierra se encuentra en una constante amenaza, de asteroides y meteoritos que pasan por nuestra órbita. Miles de rocas llegan a ingresar a nuestra atmósfera, pero la capa protectora, combinada con le velocidad con la que entran, terminan desintegrándola antes de que toque superficie.

Sin embargo, podría haber una roca lo suficientemente grande y robusta como para provocar daños, que en el peor de los casos, podría atentar contra nuestra civilización entera.

Una roca del tamaño de un campo de fútbol podría generar daños irreversibles para la vida de la humanidad. Por lo tanto, científicos alrededor del mundo investigan en nuestro vecindario del cosmos, para identificar a los asteroides y sus órbitas, y saber si estas podrían coincidir con nuestro camino.

Las probabilidades de impacto de un asteroide son realmente bajas. Lo que pasa con estas rocas es que al no ser tan grandes, como lo podría ser una luna o un planeta, se vuelven inestables ante la fuerza de gravedad de los objetos macro de nuestro Sistema Solar.

Entonces, un “empujón” de gravedad de la Luna, Venus o Marte le podría cambiar el curso y ahí sí, impactar contra nuestra superficie.

¿Estamos preparados para detener un asteroide que ponga en riesgo la vida de nuestro mundo?

La realidad es que no. Si una roca de un diámetro de 20 kilómetros se viniera con todo hacia nosotros no tendríamos forma de detenerla.

Pero al mismo tiempo vivimos en una era en la que estamos más preparados que nunca. En comparación con décadas o siglos anteriores, la ciencia ha avanzado en pro de poder cambiar el curso de una roca espacial que atente contra nuestra seguridad.

Ejemplo de esto es el proyecto DART (Double Asteroid Redirection Test), liderado por la NASA. La misión demostró una técnica de defensa planetaria conocida como impacto cinético que tenía como objetivo cambiar ligeramente su órbita.

La misión se enfocó en el sistema de asteroides binario Didymos y su pequeña luna, Dimorphos. En septiembre de 2022, la nave DART, del tamaño de un automóvil, se estrelló deliberadamente contra Dimorphos a una velocidad de 24.000 km/h. El impacto logró alterar la órbita de Dimorphos alrededor de Didymos, demostrando que la tecnología funciona.

Sólo es cuestión de tiempo para mejorar esta tecnología y poder ejecutarla contra cualquier objeto que nos amenace desde el espacio.

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