Después de casi 20 años de que, en las elecciones presidenciales de 2005, Sebastián Piñera desplazara a Joaquín Lavín como el líder de facto del sector, el lamentable fallecimiento del dos veces Presidente de la República obliga a la derecha chilena a buscar un nuevo líder. Ahora que varios aspirantes comiencen a mostrar su interés en ocupar esa posición, hay dos lecciones que ese sector debe aprender del liderazgo de Piñera. Primero, hay que encontrar un balance adecuado entre la defensa de los valores que inspiran al sector y las prioridades del electorado. Segundo, hay que poner el foco en el futuro más que en el pasado. Para volver a ganar, la derecha necesitará un líder que sea capaz de hacerse cargo de los sueños y aspiraciones de los chilenos hoy.
Aunque había dicho que no volvería a ser candidato, era evidente que Piñera seguía siendo el principal líder de la derecha. Su creciente involucramiento en los debates políticos y su ahora públicamente reconocida ayuda al gobierno del Presidente Boric demuestran el liderazgo que, tanto en público como detrás de bambalinas, estaba ejerciendo el ex Presidente. Nadie sabe realmente si hubiera vuelto a ser candidato presidencial, pero era evidente que Piñera estaba jugando un rol importante en forjar el camino de la derecha de cara a las elecciones municipales y de gobernadores en octubre de 2024 y a la contienda presidencial a fines de 2025.
Ahora que Piñera ya no está, ese vacío inevitablemente deberá ser llenado, más temprano que tarde, por otros liderazgos. La política inevitablemente atrae a personas con ambición. Con 70 años en el cuerpo, tanto Joaquín Lavín con Evelyn Matthei son contemporáneos a Pinera. Ambos ya fueron candidatos o precandidatos del sector (en 1999, 2005 y 2021, en el caso de Lavín, y 2013 en el caso de Matthei). Pero la derrota de Lavín en las primarias del sector de 2021 y la aplastante derrota de Matthei en la segunda vuelta presidencial de 2013, junto a la avanzada edad de ambos, sugiere que esos liderazgos serían más de transición que de construcción de un nuevo futuro. Por su parte, el candidato oficial de la coalición de derecha, Sebastián Sichel, a sus 46 años, parece un líder natural del recambio. Pero Sichel no milita en partidos de derecha y su apoyo fue especialmente bajo en la primera vuelta de 2021.
Eso deja a José Antonio Kast en una posición expectante. Con 58 años, Kast pertenece a una generación distinta a la de Piñera. Su votación en 2021 muestra que, a diferencia de Sichel, Kast tiene mayor atractivo electoral. Pero la derrota de la segunda propuesta constitucional redactada por un Consejo Constitucional en el que el Partido Republicano tenía la mayor cantidad de escaños, también presenta una advertencia. En dos ocasiones consecutivas, Kast falló en lograr que una mayoría del electorado apoyara su opción. Sus posturas a favor de la ley y el orden son atractivas en un contexto en que la principal preocupación de la gente es la delincuencia. Pero otras de sus posturas conservadoras, como su visión sobre el aborto y el matrimonio igualitario, parecen desentonar con las preferencias mayoritariamente dominantes en el país.
Ahora que varios de los aspirantes a liderar el sector se preparan para tirarse al ruedo, es un buen momento para identificar cuál es la mejor hoja de ruta para lograr replicar el éxito electoral y político que tuvo Piñera como líder del sector. La primera gran lección es que el nuevo líder de la derecha debe ser capaz de ganar elecciones. Para eso, hay que entender que la mayoría del país tiene posiciones valóricas más tolerantes y liberales que la elite conservadora. Quien quiera liderar al país debe estar a tono con las preferencias valóricas de los chilenos. No basta con ser un candidato de ley y orden. También hay que representar adecuadamente los valores sociales y morales de la población. La segunda gran lección es que los chilenos quieren mirar hacia adelante, no volver al pasado. Piñera entendió bien eso. En el gobierno actual, cada vez que Boric cae en la tentación de querer conectarse con el legado de Allende, los chilenos reaccionan negativamente. De igual forma, cuando algunos políticos quieren resucitar a la Concertación, la gente no parece muy interesada. La gente quiere que los políticos dialoguen y logren acuerdos, pero el país ha cambiado demasiado como para intentar volver al pasado. La gente quiere fórmulas nuevas que aprendan del pasado, pero que no se inspiren en la nostalgia.
La renovación obligada de la derecha está recién empezando. En los próximos meses habrá avances, retrocesos, partidas falsas, aciertos y errores. Pero mientras la derecha entienda que debe ofrecer al país un proyecto que busque mejorar el modelo—no remplazarlo—con una mirada de futuro y no de pasado, y una mentalidad que se haga cargo de los valores y prioridades de las personas hoy, el proceso podrá llegar a buen puerto.
Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero
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