El alcohol es, sin duda, la droga más consumida. Aunque pueda sorprender el incluir el alcohol dentro de esta categoría, lo cierto es que cumple su definición: se trata de una droga depresora del sistema nervioso central y que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Afecta a la capacidad de autocontrol produciendo inicialmente euforia y desinhibición.

Estos serían los efectos a corto plazo que están detrás de buena parte de las muertes producidas por el consumo de alcohol en forma de accidentes de tráfico, laborales o por violencia. Sin embargo, son los efectos a largo plazo los que producen una mayor carga de muerte y enfermedad. Y ya no hablamos de casos de alcoholismo como tal, sino del consumo de alcohol como factor de riesgo de enfermedad crónica.

Como sustancia, el alcohol es un carcinógeno confirmado, estando clasificado en el grupo 1 por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud. El alcohol está detrás de buena parte de los casos de cáncer de hígado, de mama o del aparato digestivo.

Con respecto a la enfermedad cardiovascular, existe cierta polémica sobre si el consumo de dosis moderadas de alcohol podría o no ser beneficioso para el corazón, de aquí el típico dicho de que el cardiólogo recomienda la copa de vino con las comidas, mientras que el oncólogo la desaconseja.

Un estudio novedoso

Más allá del riesgo de enfermedad crónica, ahora tenemos nuevos datos que indican que el consumo de alcohol nos envejece.

Para saber si el alcohol acelera el envejecimiento, los investigadores midieron el estado de metilación del ADN de jóvenes de 15 y 20 años. Este método denominado GrimAge determina ciertos cambios en el ADN que se asocian con la edad y les asigna un valor de edad biológica. Esta edad biológica puede ser mayor o menor que la cronológica real, indicando, por tanto, un rejuvenecimiento o un envejecimiento acelerado del sujeto.

| El estudio se ha efectuado en personas jóvenes, lo que permite observar claramente el efecto del alcohol sobre el envejecimiento

Se conocía que el consumo de alcohol producía un envejecimiento acelerado en tejidos como el hepático o el sistema inmune. Sin embargo, este trabajo es uno de los pocos que ha analizado el envejecimiento producido por el consumo continuado o agudo de alcohol y, además, según el tipo de bebida. El estudio además se ha efectuado en personas jóvenes, lo que puede permitir observar de forma muy clara el efecto del consumo de alcohol sobre el envejecimiento.

Los sujetos son cerca de 1.000 participantes en el estudio CARDIA, que analiza el riesgo de enfermedad coronaria en personas jóvenes. Se comparó aquellos que beben alcohol de forma habitual con los que no lo hacían.

Resultados claros

Tras analizar el reloj epigenético GrimAge en estos jóvenes y obtener su edad biológica, se observó que tanto el consumo continuado de alcohol como el consumo agudo (bebedores de botellón de fin de semana) se asocian con un envejecimiento acelerado. Haciendo un análisis por tipo de bebida, se encontró un efecto claro entre consumo total de alcohol o licores y envejecimiento. En el caso de la cerveza, la asociación era menos fuerte, estando ausente para el consumo de vino. Interesante también que se encontró una relación entre atracones recientes de alcohol y el envejecimiento prematuro.

En el estudio no solo se analizó el reloj biológico, sino también algunos biomarcadores asociados al envejecimiento prematuro, como son la hormona leptina o el inhibidor de activación del plasminógeno I (PAI-1). En ambos casos se encontraron niveles de estos biomarcadores que indican un envejecimiento acelerado.

Patrones de consumo

Un punto importante señalado por los investigadores es el patrón de consumo. No solo hay que tener en cuenta las características de cada una de las bebidas. Distintos patrones de consumo a diferentes edades y asociados a distintas bebidas pueden influir en los resultados. Por ejemplo, se observó que el consumo de licor o cerveza se reducía cuanto más mayores eran los jóvenes (en edad cronológica) aumentando el consumo de vino.

Los participantes de más edad son los que se daban atracones de alcohol con menor frecuencia. Esto puede haber penalizado al licor y especialmente a la cerveza, y haber beneficiado al vino (en el estudio eran menos probables las borracheras de tinto que las de cubatas o cervezas).

Recordemos además que explicaciones como los polifenoles del vino no parecen ser convincentes. Para obtener una dosis diaria de 1 gramo de resveratrol habría que consumir unos 700 litros de vino, algo del todo absurdo. El principal factor en este caso sería la graduación de las bebidas y su frecuencia y cantidad de consumo, que son las variables que van a determinar la ingesta total de alcohol.

Como siempre, contexto

En cualquier caso, lo que queda claro es que a mayor consumo de alcohol, mayor riesgo de envejecimiento prematuro. Algo que confirman otros estudios que han analizado otros mecanismos como la longitud telomérica. Cuanto menos alcohol, mejor. Y en cuanto a esa copita de un buen vino tinto en la comida, como siempre, la respuesta es que depende. No será igual su impacto para una persona sedentaria, con obesidad o sobrepeso, que fuma, duerme mal y está estresada, que para alguien que cuida sus hábitos. Del disfrute gastronómico y ocasional de una buena copa de vino a la normalización del consumo de alcohol, hay un trecho.

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