Se ha confirmado en Venezuela todo lo que ya sabíamos sobre la falta de escrúpulos de la camarilla gobernante que encabeza Nicolás Maduro. Ha consumado un vergonzoso fraude electoral ante los ojos de todo el mundo. La información acumulada de los centros de votación entregó un triunfo categórico a Edmundo González Urrutia por más de 30 puntos porcentuales. La elección fue ganada ampliamente por las fuerzas opositoras en todos los estados. Y la banda de Maduro no podrá convencer a la comunidad internacional de otra cosa.

El régimen chavista ha optado por una vía que solo profundizará su agotamiento. Tiene a la inmensa mayoría del pueblo venezolano en contra, y se agudizará su aislamiento internacional. Su falsa victoria es autoengaño, y no les servirá de nada. Maduro y sus cómplices no alcanzan a darse cuenta del precio que pagarán por este delito.

El pueblo venezolano no retrocederá en su voluntad de dejar definitivamente atrás los 25 años de la mentirosa “revolución bolivariana”, que trajo ruina económica, represión política, corrupción en gran escala, éxodo de 8 millones de personas y creación de un Estado forajido, todo ello según las pautas dictadas por el neocolonialismo cubano. El robo de la elección no será aceptado, y así lo ha entendido el presidente Gabriel Boric, como la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. Será vital el reforzamiento de la solidaridad con las fuerzas democráticas venezolanas que encabeza María Corina Machado.

El régimen verá ahora que el paso que dio tendrá múltiples consecuencias negativas. Fue derrotado por el pueblo, y no podrá gobernar normalmente. Los jefes militares saben que cargan con la ignominia, y eso tendrá un alto costo. El intento de tapar la realidad con una mascarada solo acentuará la crisis de su poder: no bastan las armas para gobernar, sobre todo cuando la mayoría de la sociedad se opone en diversas formas, y dentro de los propios cuerpos armados hay conciencia del fraude impuesto desde el Consejo Nacional Electoral.

Para actuar como lo ha hecho, tienen que ser muchos los crímenes que el régimen quiere ocultar, muchos los latrocinios, muchos los abusos. Pero creer que le basta con sentarse en las bayonetas para conseguirlo es estulticia pura. Tiene al pueblo y al mundo en contra.

En este contexto, es imposible no reparar en la actitud de abyecta incondicionalidad exhibida por los aliados de Maduro en Chile. En esta coyuntura, han confirmado que no creen en la democracia, que están dispuestos a ponerse del lado de las peores tiranías, y que carecen de verdadero compromiso con la legalidad democrática, como lo dejaron de manifiesto en 2019, cuando secundaron la agresión vivida por nuestro país, detrás de la cual estuvo sin duda la mano negra de los regímenes de La Habana y de Caracas.

Es inquietante, naturalmente, que el más notorio aliado de Maduro en Chile, el Partido Comunista, sea parte del gobierno del presidente Boric. Y es demasiado llamativo que su jefe, Lautaro Carmona, haya anticipado a media tarde del domingo 28, que las fuerzas opositoras venezolanas iban a denunciar un fraude y a desconocer el triunfo de Maduro. ¡Esa era, exactamente, la pauta de Diosdado Cabello, que, en las horas previas, preparó el ambiente para el robo!

Hay que hacer la vida imposible al régimen chavista. Y reafirmar el firme respaldo al movimiento democrático venezolano. No deben prevalecer la estafa, la inmoralidad y el descaro. Está claro que nunca ha sido sencillo combatir por la libertad en condiciones adversas, y los chilenos lo sabemos por propia experiencia. Estamos seguros de que los venezolanos no bajarán los brazos. Vienen otras batallas, en las que les servirá todo lo aprendido. Los demócratas chilenos deben disponerse para entregarles un decidido respaldo.

El régimen de Maduro sale muy maltrecho de esta contienda. Se acentuarán las diferencias en su seno. Solo ha postergado su hundimiento. La libertad terminará por salir victoriosa.

Por Segio Muñoz Riveros, analista político, para ex-ante.cl

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