Las cortinas de humo sirven para que no se pueda ver. De hecho, hasta empresas de vigilancia tienen como métodos disuasivos, lanzar cortinas de humo para que los ladrones no puedan ver y no puedan concretar su crimen. En política las cortinas de humo se usan para lo mismo, para que la gente no pueda ver los reales problemas. Desviar la atención siempre ha sido una estrategia política. Muchos declararon hasta la guerra, sabiendo que esas acciones traerían muertos, para ocultar los problemas internos. Esto no una vez, sino muchas veces. Como dijo Mark Twain, “La historia no se repite, pero rima”.

Por eso, en política, hay que ser cauto. Dicen que “para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”. Lo mismo para pisar el palito de una mentira… cuidado. Los desvíos de atención, las bombas mediáticas, muchas veces o siempre “van con hilo”. “La costura está hilvanada”. Dicen que el fin es uno, pero en verdad es otro. En política nacional e internacional frente a acciones radicales o informaciones sobre “escándalos” siempre hay que preguntarse: ¿Quién gana y quién pierde? ¿Qué fin oculto comienza a leerse entre líneas? Todo eso, antes de hacer un juicio y “pisar el palito” sumándose a coro a la respuesta pasional instantánea, pero no racional frente al hecho.

Lo sucedido con Marcela Cubillos tiene mucho de eso. Es primero una acción política que busca perjudicar a las ideas que ella representa. Segundo, es otra vez una acción política que pretende desprestigiar, cuestionar y ojalá intervenir y controlar un proyecto de Educación Superior Privada, que profesa ideas abiertamente ligadas al Realismo Filosófico y, por tanto, conservador. Es decir, contrario a los vientos de turno.

Un proyecto auténtico con identidad y coherencia, algo tan ausente hoy en el mundo universitario. Un proyecto claro y distinto, que no ve como un bien el necesario “pluralismo”, ya que entiende a la universidad como lo que era desde su creación en el siglo XII, “una asociación de maestros y discípulos en busca de la Verdad”. Una institución que acoge e incluye a otros, en tanto personas humanas dignas en sí mismas, pero que habla desde su identidad y que cree en la Verdad, el Bien y la Belleza. Sí, la Universidad San Sebastián es un bastión valiente y necesario en un mundo perdido y tantas veces loco.

Los primeros ataques fueron desde lo pasional. El monto del sueldo, tema que despierta pasiones básicas que van desde la “envidia” a la “indignación”. Ese motor pasional no permite ver si eso corresponde o no. De hecho, el mundo privado, nos guste o no, es problema de ellos. Dijeron que era un problema por las platas públicas, intentando mostrar corrupción. Es una universidad privada sin gratuidad, los créditos y las becas se entregan a los alumnos y son ellos los que eligen. Además, ellos derrochan los dineros producidos por todos, las platas “públicas”, como si estas “cayeran del cielo”. Sueldos millonarios pagados a tantos, desde el Estado, lo que demuestra que no es el tema. Dijeron que el problema es que “no hacía la pega”.

Lo cierto es que en el Estado hay muchos que no hacen la pega y reciben sueldos millonarios. Bajo esa lógica nadie podría haber pagado sueldos durante la pandemia, porque no estaban haciendo “la pega”. Dijeron que el problema era que era una caja pagadora, “financiamiento ilegal de la política”. Lo cierto es que otros teóricos y activistas políticos hacían lo mismo en universidades estatales. No es el empate, pero en materia de humanidades es muy difícil probar “la pega hecha” o no hecha ya que se trata de generar pensamiento. De hecho, todas las teorías de izquierda en el mundo han surgido con patronazgo universitarios de intelectuales que se convierten en gurúes y que son entes políticos. Basta poner los ojos en las “inspiraciones” del Frente Amplio que desde universidades en Inglaterra opinaban sobre los procesos políticos en Chile.

Las universidades son los entes de teorización política por excelencia. Para ellos, se puede hacer política si ésta es desde la izquierda, si no, no. Para muchos, todos los intelectuales y por supuesto, las humanidades deben ser de izquierda o no deben ser.

Los últimos ataques han sido contra la Universidad San Sebastián intentando instalar la idea de “caja pagadora de la política” para mostrarlo como flagrante corrupción y equipararla al caso fundaciones. No hay que meter las dos cosas en “el mismo saco”, son muy distintos. Hoy salieron cuestionando a militantes de partidos de derecha que hacen clases ahí, como si fuese incompatible ser militante en un partido y académico. Luego cuestionaron que tenían dobles trabajos, la academia es compatible por ley con labores estatales y cargos de representación. Nombres de connotados académicos fueron puestos en “listados”, cuestionando su valía. El ataque es político y no tiene sustento. Hasta un alumno se habría quejado de la infraestructura de la universidad para intentar instalar que la plata se gasta en sueldos y no en ellos. Doy fe que esa acusación es falsa, ya que las sedes de la universidad son fantásticas, modernas y limpias.

Puro activismo político que espera que las pasiones humanas lo hagan a usted “pisar el palito”. Todo esto es primero una gran cortina de humo que impide ver los problemas reales de Chile que son muchos. Delincuencia, ideologización y real corrupción y falta de probidad en todos los sectores. Falta de gestión y malos resultados del gobierno en todos los flancos y ausencia de responsabilidad real y política. Nadie hace la pega, todos reciben el sueldo y nadie “se va para la casa”. Todo es una cortina de humo que impide ver las falencias del proyecto político y la gestión de quienes hoy son gobierno.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora, para El Líbero

/psg