«Hoy ha ganado la moderación por sobre la polarización, la cooperación por sobre la confrontación y el diálogo por sobre el insulto». Ese fue el análisis que hizo ayer el gobernador Metropolitano, Claudio Orrego (IND), tras lograr su reelección y vencer en las urnas a Francisco Orrego (RN), en una contienda que no estuvo exenta de polémicas.

De hecho durante toda la campaña, el gobernador intentó marcar diferencias con el perfil más polémico que aseguraba tenía su contrincante por su rol de panelista en el programa Sin Filtros. Faceta que incluso en Chile Vamos creen que pudo haber influido en la elección, entre otros factores.

Incluso hay quienes piensan que ya en la primera vuelta se había impuesto la moderación, al triunfar candidatos más de centro que de partidos de uno u otro extremo. Otro ejemplo, dicen, es el mal desempeño del PC y de republicanos a nivel de las gobernaciones, donde quedaron sin representantes.

También a nivel municipal hay algunos casos, el más emblemático el de la alcaldía de Santiago, donde la carta del PC Irací Hassler, quien perdió su reelección, frente al RN Mario Desbordes.

El analista político y profesor de la Universidad San Sebastián, Kenneth Bunker, coincidió en que ayer «ganó la moderación, me parece que Pancho Orrego como Claudio son más moderados en comparación a sus contrapartes. A partir de la RM ya estaba en efecto esta suerte de ley, ese fenómeno de que el electorado está votando a favor de los candidatos más moderados y en el resto de las elecciones también en la segunda vuelta vimos un poco lo mismo, donde los candidatos más extremos como Navarro y del PC también perdieron sus carreras».

Sin embargo, acotó que el electorado «también está votando por candidatos que conoce, que no es necesariamente lo mismo (…) uno conocido va a tener una suerte de ventaja».

A juicio de Bunker, «se puede inferir que el mercado electoral está un poco más recatado, está un poco más conservador, las personas no están tan dispuestas a endosar a candidatos nuevos que están recién conociendo. Me parece que eso puede explicar también lo que pasó en la RM, donde habían dos candidatos moderados, votaron por que el conocían un poco más, Claudio Orrego. Todo esto viene a partir de la política fracasada del proceso constitucional donde las personas se sienten un poco defraudados y asustados de apoyar cosas que no conocen bien».

Y agregó que «las personas que tienen un poco más de experiencia en política van a ser más bien beneficiadas, las personas centradas, que sean capaces de hacer campañas más propositivas. Creo que eso tiene sentido en el marco de un voto obligatorio, donde todos tienen que ir a votar y no solamente las bases». Es un punto a «favor» de la política tradicional.

«Hay una demanda de moderación que se expresa en que se tiende a castigar a los liderazgos confrontacionales, así ocurrió con Marcela Cubillos, Iván Poduje y de alguna manera también con el estilo que las primera semanas de la segunda vuelta había mostrado Francisco Orrego. Los estilos disrruptivos parecen no encajar con esta demanda de moderación que está planteando el electorado en Chile, después de dos años de polarización como ocurrió con los procesos constituyentes», manifestó el director del Centro Democracia y Opinión Pública de la Universidad Central, Marco Moreno.

Con ello, cree que la gente busca líderes que «tiendan a la transversalidad, a construir acuerdos y buscar entendimientos más que el enfrentamiento. Esto parece estar mostrando que la idea del estilo Bukele, Milei o incluso Trump son opciones para Chile para una campaña presidencial parecen estar quedando en entredicho, porque lo que está demandando la gente es algo distinto».

Por su parte, el académico de Faro Universidad del Desarrollo, Miguel Ángel Fernández, apuntó que hay dos factores clave. «Primero, la experiencia política en comunas como, por ejemplo, en la Metropolitana y el Biobío, y una experiencia política que convoca a diferentes actores a conversar en la mesa, por eso se instaló esta idea de la moderación que me parece que no es tan acertada. Es la forma de expresión moderada o más tranquila lo que parece haber ganado terreno, por tanto, no así la moderación ideológica que son dos factores distintos».

En concreto, Fernández cree que esto puede favorecer a la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, y principal carta presidencial de Chile Vamos, quien tiene «mucha experiencia y una capacidad de ser dura cuando hay que serlo, pero también de intentar aunar voluntades en un tono político constructivo. Favorece a Claudio Orrego que se posiciona como posible figura presidencial y personas como Mario Desbordes que tiene ese tono más constructivo, Sebastián Sichel que son figuras que triunfaron en estas elecciones 2024».

«Cualquier figura que sea más cercana a la tradición de la ex Concertación o de Chile Vamos podrían tener una ventaja frente a otras fuerzas políticas más vociferantes, como los candidatos del PC», apuntó Fernández.

En la misma línea, Roberto Munita, profesor de comunicación política de la Universidad de los Andes, opinó que «sin duda estamos viviendo un buen momento para las políticas de la moderación. Y por supuesto, para los políticos de la moderación. Esto es una buena noticia, después de haber vivido dos procesos constituyentes, cargados inevitablemente hacia los dos extremos. En ese sentido, lo que dice Orrego es plausible, pero no se aplica bien a su caso, porque creo que los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta (es decir, los dos Orregos) representan esa moderación. La polarización perdió en la primera vuelta, y eso sí que es una buena señal».

Respecto a quiénes favorece aquello, Munita cree que a quienes «puedan representar bien el ethos de la moderación. En la centroizquierda puede ser el mismo Claudio Orrego, aunque sus intenciones presidenciales se vieron mermadas por no conseguir un gran resultado en primera vuelta; y en la centroderecha se ve con nitidez el liderazgo de Evelyn Matthei».

Sin embargo, cree que «esto no pasa sólo por figuras presidenciales, sino con armar equipos. Creo que hoy hay espacios para volver a impulsar dos alianzas potentes, una de centroizquierda y una de centroderecha. Y ojalá que no sólo surjan, frente a los bloques de izquierda más dura y de derecha más dura que se han notado más en los últimos años, sino que además las dos alianzas más moderadas puedan conversar y buscar acuerdos entre sí».

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