Al dejar el cargo en que se desempeñó desde el 6 de diciembre de 2016, Evelyn Matthei se despidió este viernes de la Municipalidad de Providencia con una carta de seis carillas en la que reflexiona sobre sus aprendizajes en la alcaldía y delinea su visión de la política luego de ocho años de trabajo en la comuna.

En el escrito, la aspirante a La Moneda y desde hoy candidata a tiempo completo, abogó por “menos ideología y más pragmatismo”, “menos confrontación y más cooperación”.

“Debo confesar que gestionar la Municipalidad de Providencia me ha dado una perspectiva que no tenía. Venía de un mundo mucho más abstracto”, señaló la exalcadesa en su carta.

Matthei reconoció en el texto que “no es fácil tener cariño a un parlamentario de una bancada opositora. En el mundo municipal, en cambio, eso es frecuente”.

“La cooperación, el diálogo, la apertura que he encontrado en otros alcaldes y alcaldesas, y también en nuestros concejales me ha hecho valorar otra forma de entender la política”, aseguró.

“El diálogo en política es posible”

La abanderada de la Unión Demócrata Independiente (UDI) explica que en lugar de hacer un balance de lo realizado en sus ocho años de alcaldesa, estimó necesario dar cuenta de ese aprendizaje.

“Quiero compartir este convencimiento de que el diálogo en política es posible”, expresó.

“No podemos seguir en la lógica de vernos y tratarnos como enemigos porque pensamos distinto. Los chilenos necesitamos con urgencia recuperar confianzas. -Y ello requiere lo mejor de todos nosotros”, sostuvo.

Lea el texto íntegro a continuación:

Queridos vecinos y dirigentes de Providencia, queridos funcionarios de la Municipalidad, de la Corporación, de la Asociación, de la Fundación y de nuestro Club Providencia.
Un saludo especial y cariñoso a los Concejales con los que tuve la alegría de trabajar durante estos años. Todo mi cariño a los directores y directoras, así como a mi maravilloso equipo de confianza. Ellos me han acompañado y han sido los pilares de la gestión municipal que hoy llega a su fin.
Quiero agradecerles su trabajo, su entrega, su generosidad, su apoyo y compañía.
Como todos ustedes saben, he valorado y he gozado la oportunidad de ser alcaldesa y he procurado ejercer el cargo con responsabilidad, con exigencia y con alegría. Pero hoy, que entrego el mando a mi sucesor, Jaime Bellolio, quisiera destacar no lo que hemos realizado, sino lo mucho que he aprendido en estos ocho años.
He tenido la oportunidad de trabajar en distintos lugares de la política: en el Poder Legislativo, en el Poder Ejecutivo y en este Gobierno Local. Debo confesar que gestionar la Municipalidad de Providencia me ha dado una perspectiva que no tenía.
Venía de un mundo mucho más abstracto. Cuando se elabora un proyecto de ley desde algún ministerio, o cuando se discuten proyectos de ley en el Congreso, uno se aboca a diseñar procedimientos y estructuras para dar respuesta a determinados problemas. Se trata de textos que describen facultades, responsabilidades, relaciones entre distintas entidades, controles, derechos, deberes, etc. En ese proceso, los distintos grupos políticos intentan cuidar principios y valores, muchas veces con fiereza. A veces, se mezclan los principios y valores con conveniencias: qué nos posiciona mejor para la próxima elección. Y en muchas ocasiones, lo que le conviene a un sector no le es funcional al sector del frente. Las discusiones pueden alargarse una eternidad. Y en ocasiones, la ley que se promulga no constituye finalmente una solución verdadera al problema que se quería abordar. Cuántas reformas educacionales hemos tenido. Sin embargo, año tras año egresan jóvenes de 4° Medio sin entender siquiera textos de baja complejidad. Y uno se pregunta si hemos realmente procurado la mejor calidad de vida para nuestros niños y adolescentes, o ha primado el interés de hacer un punto político y anotarse una pequeña victoria ideológica.
En la gestión municipal se enfrentan problemas mucho más concretos: qué hacer frente al comercio ilegal, que amenaza la supervivencia de los locales, cómo lograr que a las vecinas o a los estudiantes no los asalten en el camino a la estación de Metro, cómo mantener la comuna limpia y ordenada al menor costo posible, cómo dar oportunidades a pequeñas emprendedoras, cómo dar horas en los Cesfam sin que los vecinos tengan que hacer fila a las 6.00 de la mañana, cómo compatibilizar el esparcimiento de las personas, el derecho a emprender de los restaurantes, con el derecho a dormir tranquilo.
Y la solución debe ser concreta y ojalá rápida. Eso es lo que esperan los vecinos de sus alcaldes y alcaldesas
Y entonces uno se replantea la cuestión ideológica. Porque la inmensa mayoría de los problemas no tienen ideología. Son problemas y hay gente afectada. Punto.
Quien no puede tomar una micro tranquila, quien no puede inscribir a su hijo en el colegio, quien no puede acceder a una atención de salud a tiempo, no se pregunta si el alcalde es de derecha, izquierda o centro.
Lo que demandan es que el alcalde procure una solución.
La búsqueda de soluciones es muy distinta en un municipio que en el Congreso o en un ministerio. Es práctica. Se testea. Se discute con los vecinos. Se modifica, se adapta, se perfecciona una y otra vez.
Además, la respuesta de la alcaldesa de La Pintana va a ser distinta que lo que se haga en Ñuñoa, o en Antofagasta. Y los diversos alcaldes y alcaldesas, de diversos partidos políticos, están dispuestos a compartir las soluciones que han adoptado, a aprender unos de otros, a discutir las mejores prácticas.
Y es eso lo que me ha fascinado de ser alcaldesa: la búsqueda de soluciones, la conversación, la generosidad, la plasticidad de las respuestas prácticas a los problemas que aquejan a nuestros vecinos. No es fácil tener cariño a un parlamentario de una bancada opositora. En el mundo municipal, en cambio, eso es frecuente.
La cooperación, el diálogo, la apertura que he encontrado en otros alcaldes y alcaldesas, y también en nuestros concejales me ha hecho valorar otra forma de entender la política. Es espectacular entender que un mismo problema puede tener distintas soluciones en distintos territorios y diversas realidades. Y que no existe necesariamente un óptimo. Existen ventajas y desventajas en cada forma de abordar los problemas. Ello se distancia mucho de lo que había vivido antes: el diseño abstracto de soluciones iguales para todos y dictadas desde arriba. En que los errores requieren una modificación legal para ser corregidos. Modificaciones que no siempre corrigen de verdad.
Por ello, no he querido hacer un balance de lo que hemos realizado durante estos ocho años. Más bien quiero compartir este convencimiento de que el diálogo en política es posible, si nos abocamos a la solución de los problemas concretos que tenemos en nuestro país. El convencimiento que los alcaldes y alcaldesas tienen mucho que aportar en la discusión legislativa. Que deben ser más escuchados por el Poder Ejecutivo. Que en vez de buscar soluciones diseñadas a partir de experiencias en otros países, debiéramos invertir más en hacer proyectos pilotos en diversos territorios y extraer conclusiones para ir perfeccionando las políticas públicas.
En definitiva, menos ideología, y más pragmatismo. Menos diseños en abstracto y más programas piloto. Menos confrontación y más cooperación. Mucha mayor participación de los alcaldes y alcaldesas en la búsqueda de soluciones. Mucha mayor conciencia de la diversidad de realidades en nuestro país.
Desde Providencia he podido también mirar el Chile que hemos construido. Donde hay problemas, frustraciones, necesidades, pero al mismo tiempo orgullo por los logros conseguidos.
Los logros de nuestro país han sido tan inmensos que a veces es difícil tomarles el peso. Es cosa de mirar la infraestructura, el nivel de formación académica, la movilidad social que expresa el acceso a bienes materiales… cosas que hace 35 años mirábamos en otros países con una sensación de que estábamos demasiado lejos de aquello.
Pero, desde Providencia vemos también que la economía está frenada. Que las diferencias entre distintos territorios es demasiado grande. Que los narcos y la violencia avanzan peligrosamente rápido. Vemos la angustia de padres respecto del futuro de sus hijos. Vemos la soledad y la carga inmensa de las familias que tratan de sacar adelante a padres o hijos con enfermedades o discapacidades. Vemos a los usuarios de nuestros Cesfam con esperas angustiosas para conseguir horas con especialistas o para acceder a una operación. Nos damos cuenta de que hay demasiada burocracia que frena los proyectos de inversión.
No quiero que esto suene a una crítica política. Más bien quiero señalar los temas que causan angustia en los chilenos, y en que, si nos unimos, podemos avanzar en soluciones rápidas y prácticas.
No podemos seguir en la lógica de vernos y tratarnos como enemigos porque pensamos distinto. Los chilenos necesitamos con urgencia recuperar confianzas. -Y ello requiere lo mejor de todos nosotros.
Habrá disputas, argumentaciones, incluso con calor. Pero es tan inmensamente gratificante darle al otro la oportunidad que explique, sin cancelarlo, sin negarlo. Sin destrucción. El diálogo, el entendimiento, el esforzarse por comprender las visiones, las preocupaciones, los límites de los demás, es uno de los esfuerzos más maravillosos cuando son auténticos. Y creo que en Providencia se han creado espacios para un buen diálogo. Para un entendimiento genuino.
Hoy quiero dar públicamente las gracias a todos los miembros del Concejo que han construido este diálogo. Que han aportado con su visión, con sus conocimientos, con su generosidad. Junto con nuestros funcionarios y vecinos hemos logrado crear un ambiente de confianza, único ambiente en que se puede progresar.
También quiero señalar que he aprendido a respetar y a apreciar a alcaldes y alcaldesas de diversas comunas y de diversas visiones políticas. Y que tengo la convicción que muchos de ellos están dispuestos a participar en la búsqueda práctica de soluciones a nuestros problemas.
Ello me produce mucha esperanza respecto del futuro de nuestro país.
Espero que el nuevo gobierno comunal de Providencia pueda seguir en esta senda de respeto y de colaboración. Y espero también que, entre todos, podamos practicar esta forma distinta de hacer política en nuestro país. Los chilenos lo esperan y lo demandan.

/psg